miércoles, 22 de agosto de 2007

eps 114: jorge solís arenazas/ jorge debravo (1938-1967)/ cuarto aniversario













114 [20.08.07]
jorge solís arenazas/ jorge debravo (1938-1967)/ cuarto aniversario
atisbos

Hace cuatro años comenzó la aventura de divulgar algunos poemas y autores que se presentaban como urgentes. Luego de ese lapso, seguimos con el mismo entusiasmo por compartir algunos hallazgos que pueden capturar la atención de los amantes del verso. Nuevos amigos y amigas se han unido al proyecto y juntos seguimos en la trinchera de la poesía, menesterosos y expectantes, pues nos invade, a veces, la certeza de que la diosa blanca ronda por todas partes... Para celebrar, proponemos la lectura de dos poetas: uno actual y en plena fase creativa, Jorge Solís Arenazas, y otro ya ido, hace exactamente 40 años, Jorge Debravo, referencia fundamental de la poesía costarricense.

APUNTES Y ALGUNAS CLAVES PARA LEER CUADERNO DE AGUA,
DE JORGE SOLÍS ARENAZAS, PREMIO ELÍAS NANDINO 2006
Ramsés Salanueva Rodríguez


El ideal contemporáneo de las artes se relaciona con la individualidad, ya que, es a partir de uno, que la experiencia cognoscitiva puede explicar los fenómenos de la creación. Es común que los poetas jóvenes de todas las épocas tiendan, en busca de esa quimera llamada originalidad, a fantasear sobre un estilo puro, jamás visto y de una maquinaria tan compleja que sólo su creador pueda activarla.
El alejamiento de la tradición es un efecto natural de esta búsqueda, pues en pos de un acendrado expresionismo se sacrifica la función comunicacional del poema. Pocos son los que logran conciliar estas fuentes originales. Sin duda que la obra de Rimbaud, por mencionar un lugar común de lo que digo, ilustra con detalle lo que refiero. Suceso similar acontece en la opera prima del poeta Jorge Solís Arenazas, Cuaderno de agua, poemario ganador del certamen de poesía joven Elías Nandino 2006, y que recién ha publicado la editorial Tierra Adentro.
Sabemos que este libro que destaca por esa individualidad creativa de la que ya hemos hablado, es producto de una crisis de salud con un cuadro de insomnio y alucinaciones que aquejaron al poeta. El insomnio es un desorden del sueño, el insomnio es el catalizador de la vigilia, la vigilia es el camino donde ascetas y malditos buscan la verdad, o al menos una interpretación de ella. Cuando abrí las hojas de Cuaderno de Agua, tuve la visión de caminar en una sala de espejos, flanqueada por una prolongada arboleda.
El primer capitulo del poemario se titula Tabula rasa, la mente zen de la no idea, el tránsito de las cosas sin precisar su significado, mantener la mente en blanco no es fuga, sino dominio del pensamiento. “Lo que ves es todo lo que es. El ojo es todo lo que hay El hay generalmente indica señala o advierte A veces representa realiza reacciona reitera...”
Estos versos corresponden al poema 1 del compendio. Nos parece que la primera clave de la reflexión poética de Solís Arenazas, se descubre. El interés del poeta es orden teológico, y anatómico. René Guenón en su estudio sobre los Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, advierte que en la tradición judeo-cristiana -el ojo que todo lo ve- representa la vigilia del divino. “Desde el punto de vista del triple tiempo, (señala Guenón), la luna y el ojo izquierdo corresponden al pasado, el sol y el ojo derecho al porvenir; y el tercer ojo, al presente, es decir, al instante indivisible que, entre el pasado y el porvenir, es como un reflejo de la eternidad en el tiempo”, precisa el filosofo francés.
Por otro lado, de manera orgánica, el ojo es la victima inmediata del insomnio y la lente donde las visiones poéticas primeramente se recrean.

Poema 6
a
El ojo ve lo que es también en su inversión.
anverso y reverso quebrantan el habitar
del signo: el ojo es lo que ves: ojo siempre,
ojo en ambas dirección de la vista.
su ruta palindrómica lo asfixia:
el ojo no es todo lo que ves:
es/ fugacidad del aparecer.
Después muere renuncia:
El ojo ya no es un ojo ni otro ojo.


Pero encontramos otro significado, el ojo del corazón, en su representación jeroglífica representa un germen contenido en el corazón asimilado simbólicamente a un fruto en el sentido del macro y microcosmos.
La virtud palindrómica de la palabra ojo, enseña al poeta que la letra en si es transmutable en sus significados. De ello da cuenta el poema 8: “El ojo también se escribe al revés”.
Para ello, nuestro autor recurre a la figura del castor: “Simulacro de la imagen, la raíz/ deletrea todas las esquinas sin resolver”. Aquí la palabra deja de ser un signo para transformarse en un referente de la realidad aparente, pues con ella también puede escribirse Trocas. “Talar el árbol –abedul. Amante, olmo- /separa los días de los hombres. En trocadero se permite al revés: Talar lo que se tala sólo con el ojo”. y Costra. “El residuo de un tiempo no mueve/ las letras, no altera el lugar de su equilibrio”.
El primer acercamiento a este extraño libro de poemas nos plantea obligadamente una pregunta, de dónde surge la voz inédita de este poeta. Qué es esta poesía.
“En mi proyecto de escritura descubrí que la poesía, más que buscar una trascendencia tenía que ver con los límites del lenguaje en el mundo formal. Me interesó el silencio, lugar donde el lenguaje no puede llegar y que para mí representa una enseñanza sobre los propios límites y nuestra finitud”. Declaró nuestra vate a José Lara, reseñista literario del programa Tierra Adentro.
Las relaciones del insomnio y el silencio son evidentes, el sigilo viaja en el interior psique mediante vibraciones de baja frecuencia.
Es el sonido agudo de la hipertensión, es la profundidad del eco más oscuro de la noche.
El siguiente apartado se denomina Debajo del Muñón del Pulpo y es la única relación literal que existe con el elemento que la da nombre al poemario.
Arenazas se refiere al mar, como “Una puerta siempre abierta/ sin posibilidad de muros”. Y luego aparece nuestro sustantivo, “Nada sino la fluctuación del pulpo/ apenas su tinta respirando/ margen de sí la ausencia de la pared que lo sitúe/ una puerta -siempre cerrada-/ que no halle su agua y sea su fluctuación/ La misma piedra desprendida/ El muñón del pulpo/ el muro en sí/ y el mar como margen de su tinta/ respirando agua”. En este poema es difícil saber dónde empieza la tradición y dónde se agrega la vanguardia.
El poema es una repetición de la imagen seguida de su movimiento. Una escena fractal que avanza en el espacio a partir de la clonación de sus elementos.
No extraña saber que el pulpo es el invertebrado acuático con mayor inteligencia. Tal vez sea esta una animación del hombre primigenio. Para la tercera parte, el autor eligió como título la palabra “Escolios”, vocablo que sirve para nombrar las introducciones que se escriben acerca de textos antiguos.
La sección se encarga de la metafísica, de las limitadas posibilidades del ser, y la irremediable perdida del tiempo. Arenazas reconoce que está inspirada en la lectura total del escritor de los Cantares, Ezta Pound.

¿Qué puede alcanzar la orilla de ese árbol si las cosas
no poseen un centro? Si la fronda se mueve, no es el
viento quien la agita: algo la muerde por dentro. No
la sacuden la pagina en su espera, ni los trabajos en la
sima del nombre y el lugar. Tampoco la separación
donde sus elementos dicen “Yo” ante la pregunta.
Ni porción ni ser sus frutos: sesgada la lectura desde
el cuerpo, la pagina deviene sin memoria.


El presente perpetúo, se reconoce en el último texto del discurso. A dónde vamos cuando no se tiene memoria ni perspectiva del porvenir.

:no sé –excepto por la parte inferior- si la pagina
permanezca en su blancura. No sé si exista el espacio
sin alteración. “Ayer leí que este tiempo ya era pasado”.
No lo sé, no conozco este tiempo, no conozco otro
tiempo, no conozco la pagina, nunca he visto la historia…

Nos responde en su poema el escritor. Conviene decir que la estética en la obra de Solís se supedita a la razón, y a la vez “está en contra de la falacia del poder adánico que nombra al ser”.
“Desconfío de los poemas que dan la impresión de que el lenguaje y el ser son puros, inmediatos, asépticos. Este tipo de lenguajes pueden funcionar desde una perspectiva estética pero la poesía no puede circunscribirse únicamente a ello”, expresa el poeta y agrega: “No queremos una realidad más linda, sino una realidad más extraña e intensa” señala el autor. La sustancia medular de Cuaderno de Agua, es el tercer discernimiento simplemente nombrado Cuaderno se desarrolla en el lago de Xochimilco..
Ahora nos ocuparemos del otro símbolo que define la escritura de Solis Arenazas, el árbol. Designado por los místicos como el “eje del mundo”, diversos árboles crecen en los parajes interiores de este creador.

“Ayer piedra dice un álamo”, Más arriba
un chachajo dice “Augur es el lugar” “Piedra aún
grita el Ahuizote. No existe hiato desde la rama.
Nada que lea fatiga en la corteza

De nueva cuenta nos remitimos a los Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, de René Guenón, también conocido al final de sus días como el sufi egipcio Abdel Wahid Yahia. Dice Guenón, que Ananda Coomaraswamy, otro ocultista de renombre de origen indo-inglés, que las raíces del árbol representan el principio, mientras que las ramas representan el despliegue de la manifestación.
En su estado axial, el árbol conecta con sus ramas al cielo, es decir la esfera espiritual, con el plano terrestre, la conciencia humana, a través de sus raíces, que por cierto se introducen en el bajo mundo para afianzar su estatura. Esta es una representación del macrocosmos.

En lo más recóndito de un álamo //el centro
escardado de su médula// se forma otro
remolino con las paginas arrancadas a un cuaderno
sitio de la imposibilidad de las presencias…


“El árbol invertido simboliza el microcosmos, es decir un símbolo del hombre”, apunta Guenón. Platón dice en el capítulo 89 del Timeo, que “el hombre es una planta celeste” lo que significa que es como un árbol invertido, cuyas raíces tienden hacia el cielo, y las ramas hacia abajo, hacia la tierra. Parece ser que en Cuaderno de Agua, Arenazas llegó a esta conclusión: “Los árboles son estalagmitas cuya tinta se resuelve en el silencio”, señala al final de uno de sus poemas.
En otro de sus textos, Solís no deja dudas sobre la imperiosa reflexión que le causa este símbolo. Un fragmente del poema dice así:

Un tronco bebe tiempo, emprende el retorno.
La hojas han sido arrancadas para formar un diapasón.
En este instante me sé una glosa de la piedra, aunque la sombra del árbol
me dé luz. Me pregunto que forma tienen al anochecer los árboles/
si existe la noche fuera de ellos. Veo un florilegio de imágenes rotas donde el sol yace/
en el momento que se rompe el sol y deja retazos de luz reunidos bajo la forma de sauce.
Este otoño ha traído más olvido y presencio la demolida luz que dejará la marcharse
Pero no me atrevo a que esta sea la última frase, aunque el silencio exige senas para
escapar no se si de mi traquea o de una serpiente que ignora la existencia del árbol del bien y del mal.


El símbolo de la serpiente enrollada alrededor del árbol es antiguo y nos refiere el entorno de la espiral, el eterno retorno.
La dirección en que la cabeza de la serpiente se puede encontrar de muestra su poder dual, si es de manera ascendente, hacia los estados superiores, o bien descendente, hacia los terrenos subyugantes, estos son los dos aspectos del simbolismo de la serpiente, benéfico uno y maléfico el otro, explica en Guenón en su libro El simbolismo de la cruz. No hablaremos aquí de todos las aplicaciones simbólicas del árbol, sólo hemos destacado algunos casos concretos de su presencia en la poética de Solís Arenazas.

En este movimiento se presenta otra apertura;
se presencia el advenimiento de una frase que había estado
oculta, esperando que//
No hay nadie; sólo son los árboles.


Así concluyen las revelaciones de este libro secreto, labrado con el mismo vacío que sustenta la madrugada, y también con la luminosidad que surge de la concepción de las ideas. Como antes lo señalaron sus reseñistas, Cuaderno de agua se relaciona por sus rasgos verbales con Canto para un dios mineral, de Jorge Cuesta y también con Variaciones sobre un tema, de Mallárme, del cual leemos el siguiente fragmento que ilustra perfectamente el -ars poética- de Solís Arenazas.
“La obra pura implica la desaparición elocutoria del poeta, que cede la iniciativa a las palabras, por el choque de su disparidad movilizada: se encienden con reflejos recíprocos como virtual reguero de luces en la pedrería, reemplazando la respiración perceptible en el antiguo aliento lírico o la entusiasta dirección personal de la frase”.
Solís ha dicho que con este libro intentó recuperar la tradición poética de las vanguardias del siglo XX. Intento que nos parece bien logrado. Algo sorprendente si se toma en cuenta que Solís Arenazas es un poeta autodidacta, que nunca asistió a un taller literario. Menciona el poeta que la persona que le despertó la inquietud poética fue su abuelo Modesto Solís, un viejo sastre y un maestro de la conversación.
“Al escucharlo, desde pequeño, empecé a configurar mi mundo desde la dimensión verbal”, señaló el poeta. Dejemos pues al creador hacer su trabajo, dispongámonos a escuchar su poesía y que haya salud y gloria para los que hoy estamos aquí reunidos.

www.desdeabajo.org.mx/wordpress/?p=634

testimonios

TABULA RASA

3
FE DE ERRATAS

Donde dice: “Ojo” debe decir algo más. No el vocablo diferente, la diferencia.

*

Donde dice: “Ojo”, podría seguir diciendo “Ojo” si el signo se trascendiera. Incluso podría decir “Ojo” —en una red inmensa donde la posibilidad fuera el camino de lo total.

Así —“Ojo” sería su alteridad

*

Donde dice: “Ojo” también podría decir: Donde dice Ojo debe decir...

*

Donde dice: Donde dice debe decir, podría ya no decir nada pero abrir una ruta, trazar una huella que no es exactamente ella misma y que lee mapas —en la totalidad del espacio, hacia ningún lugar.

*

Donde dice: ...debe decir, debe decir: Cerrado.

5
ahora que So-Shu es mariposa hay un cuerpo vacante cada cuerpo deshabitado contiene a quien lo acecha la realidad del cuerpo está en tal habitación y su fibra primaria está en el Ojo qué mira el cuerpo qué puede ver de todo lo que es qué se establece como cuerpo y no como signo que le depara otro espacio

los ojos de las mariposas no tienen dientes talan el aire apoyadas en el sentido del vuelo el sueño les vence incluso detrás del Ojo y acomodan así su verdad su eterno mudar de huella su intercambio de cuerpos para ese Ojo que ya no mira sino cómo mira los ojos sin dientes de las mariposas

So-Shu es la errancia que implica todo cuerpo la mariposa tala su habitar en ese plano de abandono y su único Ojo es apetito/ retorno

el Ojo es todo lo que es

9
La escritura de lo que no ves. Apenas una resistencia. Tan sólo un límite donde hay un secuestro sin reo.

El filamento sin mirada ni cuerpo mirado.

La mariposa abierta, el correlativo cuerpo vacante, acechado, perseguido, tala en el apunte de un ciego.

El castor se borra a sí mismo. La noche vuelve a escribirlo.

Se puede ver en su condición original.

La huella. Lo que ves. Lo que no es. Se mueve el ancla entre el fragmento y la raíz.

El Ojo es alteridad sin hilos partidos ni rompecabezas duales.

Nueva raíz que da luz en la periferia.

Tabula rasa.

El Ojo / la escritura de lo que no es

*

Agua adentro ve la ausencia

Sin alzarse como constelación
otra vista que el tentáculo no realiza merodea un signo

Agua dentro del agua
Huella de huellas la negación:

No hay arena y agua es piedra
Más que fronda es otro afuera

Adentro
del nombre tentacular
todo frasea el agua

*

Púa la página
o pólipo persiguiendo el punto

Se dicta con el vocablo del tentáculo perdido

Muñón que también dicta
lo acuoso en su pregunta

Palabra el pulpo en la pregunta
Cada página, otro tentáculo
sintiendo su ligereza al despedirse

En el mar
otra ausencia es dimensión
de agua

: no sé —excepto por la parte inferior—si la página permanezca en su blancura. No sé si exista el espacio sin alteración. Ayer leí que “ese tiempo era ya pasado”. No lo sé: no conozco este tiempo, no conozco otro tiempo. No conozco la página, nunca he visto la historia. A veces veo la merluza destrozada: A veces... Pero no conozco ni conocí el instante de la página ebúrnea. No sé —excepto por la parte inferior— si esta página se conserve en su silencio original. Tampoco sé —salvo en algunos momentos que se me escapan— si las hojas del albaricoque se muevan de oeste a este: sólo sé que no puedo evitar su caída.

*

Ni el nombre ni la letra guardan su historia. Únicamente la médula del árbol. Los abecedarios fundados en la epilepsia. El espacio, no la concreción de los sitios: la dirección asumida por las ramas, el blasón de los restos de corteza despojados por otro olvido. El binomio que se borra sin latitud. La muerte de un ocote. Antes, la extracción del esófago de un niño (alimentado por caucho: ramas).

*

El Día nace dentro de mi sangre. Vuelvo a presentir todo, la ruptura total de los paréntesis por la presencia. El Día navega por dos planos: el agua y la sangre vuelta a su interior. Al abrirse, los muros limitan el calendario —su erosión. La luz rompe el hechizo que de cable y escritorio la ceñía; algo destruye al escribano. La trajinera —sin creer en la posibilidad de su nombre en flores— tira su remo para que todo marche hacia el Respiro.

*

Raíz silente, ramas paticipando de su límite. Ahora lo único que puede presentirse es un despojo, la parquedad de la palabra: Es. La posibilidad del árbol sólo puede cumplirse adentro de sí mismo: afuera del mundo. Su sangre recuerda la erosión de la memoria. Pero no es el viento el que mueve los alerces; es la Piedra mirando hacia los ojos de Nadie, recorriendo centímetros de Nada.

Retorna el remero con sus gritos y esta vez permanecen: “La piedra reseca no mana agua”.

*

Presiento la apertura en lo invisible
Presencio refractaria su unidad
*

Presiento la clausura
Presencio la oquedad


zonas

JORGE DEBRAVO, EL HERMANO MAYOR
ADRIANO CORRALES ARIAS


Hablar del poeta costarricense Jorge Debravo (Guayabo de Turrialba, 1938-San José, 1967) es harto difícil, no tanto porque desconozcamos su vida y obra, sino por el impacto que ambas tuvieron en la poesía costarricense y en la polémica que aún no cesa entre defensores, fetichistas y detractores.
Hoy, a 29 años de su muerte –los mismos que hacía ocho meses había cumplido cuando un borracho arrollara su motocicleta–, la distancia es propicia para conversar sobre la poesía y vida de este hermano mayor, que sin duda alguna se erigió en parteaguas del quehacer poético costarricense.
Comencemos con una breve biografía con apasionamiento precoz. "No han de caber en el artista prejuicios, credos, ni formas preconizadas de mirar la vida. Debe tener los ojos abiertos siempre, abiertos hasta sacarse sangre, abiertos hasta vaciarse por ellos" (Jorge Debravo)
Jorge, según nos los describen sus biógrafos, compañeros de viaje y familiares, era un muchacho taciturno. De origen campesino y proveniente de una familia de agricultores pobres, su infancia transcurrió descalzo entre las pesadas labores del campo y su procaz avidez de conocimiento.
Fue muy tarde a la escuela –en Guayabo no había escuela y la más cercana, en Santa Cruz, estaba a cuatro horas de camino– y sin embargo, con ayuda de su madre, aprendió a escribir en hojas de plátano con palitos, desbrozando desde muy temprano su tenaz lucha con las palabras. Ayudaba a su padre hasta las dos de la tarde, luego de esa hora cultivaba una milpa pequeña, y con lo que ganó con esa labor se compró un diccionario, su primer libro, que devoraba a la luz de una vela a falta de fluido eléctrico. Completó la primaria en la ciudad de Turrialba cuando tenía 15 años.
En Turrialba publicó sus primeros versos en El Turrialbeño y encontró un trabajo en la Caja Costarricense del Seguro Social, mientras cursaba la secundaria nocturna hasta tercer año. Inició sus primeras lecturas (la Biblia, Whitman, Vallejo, Miguel Hernández, Neruda, Darío) con tal apetencia que como siempre le encontraban leyendo le apodaron “El Loco”. El trabajo en la Caja del Seguro Social le permitió ascender y trasladarse como inspector, ya con su esposa Margarita y sus dos hijos, Lucrecia y Raimundo, a San Isidro de el General, luego a Naranjo de Alajuela y más tarde nuevamente a Turrialba donde terminó el bachillerato en 1965.
Al año siguiente se trasladaron a la ciudad de Heredia, donde, dos años más tarde, para viajar a clases vespertinas a la Universidad de Costa Rica en San José, había comprado la fatídica motocicleta del accidente. Fue la suya una vida a la deriva, humilde, sin apoyo ni ayudas institucionales.
Sabemos que la vida de un autor no determina su obra, ni mucho menos. Pero en el caso del poeta que nos ocupa, su paso entre Nosotros los hombres –título de uno de sus mejores poemarios, el último publicado en vida– es importante para comprender su labor artística, no solo por la exigüidad material y carencias culturales de la misma, a la cuales se sobrepuso estoica y lúcidamente, sino porque su existencia se imbrica, armoniosa y creativamente, con la poesía y sus principales soportes estéticos e ideológicos. Porque en Debravo tenemos, ante todo, a un poeta franco y directo, es decir auténtico y sincero, justamente lo que fue Jorge el hombre: una persona solidaria con los oprimidos, un compañero insobornable, un promotor inclaudicable.
Cierto, lo anterior no hace a un poeta, sino su producción. Precisamente lo que coloca a Jorge Debravo como un parteaguas en la lírica nacional es una poesía que apuesta por la comunicabilidad y la cotidianeidad con un lenguaje simplificado y directo frente a una tradición nobiliaria, solipsista y de trascendentalismo lingüístico basado en la metáfora y la alegoría con un trasnochado parnaso/modernismo de formas vacías, salvo serias excepciones: casos de Max Jiménez y Eunice Odio –sin olvidar a Rafael Estrada, Ninfa Santos, Alfredo Sancho, Alfredo Cardona Peña, Arturo Montero Vega, Joaquín Gutiérrez, Fabián Dobles, Francisco Amighetti, Carlos Rafael Duverrán, Mario Picado e Isaac Felipe Azofeifa–, poetas que en mucho despejaron la tentativa de Debravo.
La poesía debraviana irrumpe como un río enfurecido por la llanura lírica nacional, portando una diáfana y refrescante visión de realidad con una simplificación expresiva inédita hasta ese momento. Sin renunciar completamente a la tradición de la transfiguración metafórica y la simbología, los libros Canciones cotidianas y Nosotros los hombres fundamentalmente, (y en eso coincido con el poeta e investigador Carlos Francisco Monge: 1984, pp.186-187) se convierten en los puntos de partida de una nueva sensibilidad que pretende procurarle contexto y testimonio histórico al poema. Lo anterior consigue lo que todo poeta persigue en su época, aunque no lo confiese: un considerable arraigo entre los lectores y un entusiasmo inusitado por la poesía, especialmente en un país que le había encomendado las tareas críticas de develamiento social a la narrativa y al ensayo.
A partir de Jorge Debravo la poesía pasa a ocupar en nuestro país el lugar que los poetas anteriores, aristocratizantes de un yo conflictivo y de cenáculo liberal, salvo serias excepciones, como ya subrayamos, habían deseado pero no habían conseguido. Las paredes de la ciudad se llenaron de graffitis y carteles que exhortaban directamente: lea poesía, y los libros de Debravo y sus compañeros de viaje –los del “Círculo de Poetas de Turrialba” – impresos manualmente en polígrafos, corrían de mano en mano, ya no en ateneos de señoritas e intelectuales burgueses, sino en sitios de labor, aulas y casas de trabajadores, estudiantes y “gentes sencillas”. La poesía tica adquiría carta de ciudadanía con un inconfundible acento humanístico y popular, sacudiendo a su vez un entorno aletargado y deplorando un pasado de pálida impasividad.

Una necesaria digresión: el trascendentalismo
Al hablar de sus “compañeros de viaje” es necesaria una digresión aclaratoria: luego de la muerte del poeta, y ya instalados en la capital y en sus principales instituciones, los miembros del Círculo de Turrialba (fundado en 1960 además de Debravo por Laureano Albán y Marco Aguilar; el tercero permanece en Turrialba), ampliado y convertido para entonces en el Círculo de Poetas Costarricenses, apadrina a uno de ellos, el más conspicuo, Laureano Albán, en sus audaces aventuras por la búsqueda de reconocimiento y poder simbólico, quien redacta un manifiesto que luego firmarán su entonces esposa, la poeta Julieta Dobles, y los jóvenes poetas Carlos Francisco Monge y Ronald Bonilla, y que será conocido como Manifiesto Trascendentalista.
Dicho documento, de escasa repercusión, fanfarronea y aboga por una poesía metafórica y de lenguaje figurado, donde la intuición sería el centro de la creación poética en contraste abierto con el legado debraviano, dejando de lado la investigación y la experimentación, elementos sine qua non de toda actividad artística. Jorge Debravo decía: “Estoy con todo lo que signifique revolución artística (Debravo: 1978: 24). Dice Albán: “prefiero jugar con los niños, pasear por la ribera de un río, sorprender a las nubes y hasta dormir bajo la lluvia, que leer muchos libros y porquerías literarias” (Albán y otros: 1977).
En una especie de traición estética y ética, con una actitud de soberbia, presumiblemente iluminada por la única verdad, la suya, proclaman el abecedario de grupo y denostan la poesía que propusiera el autor de Milagro abierto, pero citándolo (paradójicamente en su apartado V aparece la cita “La poesía es un arma”) siempre como coterráneo, compañero de generación y de viaje.
Si algo importante sugiere esa proclama trascendentalista es la constatación de que la poesía es una labor marginal para la sociedad de consumo y la cultura de masas. Lo que sucede es que, además de ser un texto contradictorio, con generalidades y repeticiones incluso antagónicas, la gestualidad un tanto prepotente de su redactor y firmantes buscará lo contrario: ocupar los pedestales del canon y la fama.
Otro logro que podemos endosarle es su calidad de autorretrato en grupo, al describir en mucho la posterior producción poética de los firmantes subrayando la “mediocridad mimética, comodidosa y superficial de la poesía de nuestro país”. Es imprescindible, por lo demás, ubicar el trasfondo histórico de esa sui generis toma de posición en una Centroamérica convulsionada por la violencia política y la lucha social con una poesía militante que produjo numerosos mártires: Otto René Castillo, Roberto Obregón Morales, Roque Dalton, Ricardo Morales Avilés, Leonel Rugama, entre otros.
Es de suyo interesante recalcar la invisibilización que se hace de la poesía nicaragüense, nuestra vecina ineludible, con toda su tradicional riqueza expresiva, especialmente a partir del Movimiento de Vanguardia comandado por José Coronel Urtecho en Granada, y su posterior franja de producción “exteriorista” y coloquial. No cabe duda que Albán y acompañantes pretendían alejarse de esa fuerte influencia para fundar su propia nombradía con una poesía cargada de abstracciones y vaguedades parnasiano/simbolistas, con ciertas excepciones: los poemarios Solamérica, Chile de pie en la sangre, Sonetos cotidianos y Sonetos laborales, de Laureano Albán, pero un tanto impostados, lejos de la médula debraviana.
Pero lo más incongruente del manifiesto de marras es que en 1965, en la revista Polémica, Laureano Albán y Julieta Dobles habían firmado el Manifiesto 65 redactado por el propio Jorge Debravo, conjuntamente con Albán, Marco Aguilar y Edith Fernández (Boccanera, 2004: 116). Allí se precisa, con anticipación y en grupo, la posición del autor que nos ocupa, insinuando que “un día la política será una canción”. Semejante contradicción conceptual y ética pocas veces se ha visto en nuestro país.
Por esas y otras razones, estéticas fundamentalmente, hasta hoy no he podido descifrar cabalmente qué es la poesía “trascendentalista” –término más cercano a la poesía de esa otra cumbre costarricense, Eunice Odio, en el sentido de trascenderse más allá del ser y de su propia imagen; por supuesto, nada que ver con la filosofía de Emerson, Thoreau y demás feligreses norteamericanos– aunque sí su peligrosa articulación con los ámbitos del poder y el rejuego institucional y editorial, oficializando una forma de hacer poesía acartonada y desvinculada del entorno sociohistórico, pero con la complicidad de los círculos literarios más conservadores, de la academia y los premios oficializados (léase fosilizados), y siempre pronunciando el apellido Debravo, en vano.
Justamente esa actitud ha llevado al Círculo de Poetas Costarricenses al “autoexilio” en el amplio y plural campo literario costarricense, hecho parangonado en la historia reciente solamente con el grupo Alambique que, luego de aparecer, a mediados de los años 90, con una propuesta editorial cooperativa e incluyente, los escasos miembros que sobrevivieron a sus purgas fueron paulatinamente desdiciéndose y autoaislándose con una arrogancia y altisonancia discursiva ciertamente patéticas y con una producción literaria profundamente endogámica.

Aportes, valores, contradicciones e influencia de la obra debraviana
El arraigo popular alcanzado por la poesía debraviana propició la paradoja: por una parte se popularizó una forma de hacer poesía más clara y directa que optaba claramente por los “desheredados de la tierra” proponiendo un nuevo paradigma donde la utopía estaba a flor de la palabra, con un creciente número de lectores; y por otra parte, y por eso mismo, la creciente vulgarización de esa forma de poetizar la realidad hasta caer en el panfleto y la versificación pedestre y sectaria. Pero además, y debido a la trágica muerte del poeta, sobreviene la temprana canonización oficial que vacía de los principales contenidos a la poesía debraviana reformándola como lectura obligatoria de nuestra empobrecida enseñanza, relegando así su rebeldía y su energía creadoras para dar paso a la anécdota ramplona y a la reseña escolar. Muerto el revolucionario se confisca su fuego.
Pienso que lo último es lo que ha favorecido una confusión entre defensores y detractores. Los primeros lo reivindican como el poeta del pueblo con justo entusiasmo y no menos razón, pero fetichizando en mucho su obra y despojándolo, a contrapelo de la misma propuesta estético ideológica del creador y de su visión dialéctica del arte y la historia, de sus más profundos postulados.
Los segundos le cobran la oficialización y proposición de su poesía como paradigma poético “nacional”, recelosos, en el fondo, de su popularidad y de su abundante lectura en todos los estratos sociales. Ello habla de la autenticidad de una poesía y de un autor que aún hoy provocan serias y bizantinas discusiones, y hasta poemas que ambiguamente reclaman, deploran y justifican la muerte del humilde pero grande vate de Guayabo.
Muchos de los poetas menores de 40 años, es decir: nacidos luego de la muerte de Debravo, han querido perpetrar el parricidio simbólico del poeta, a la manera de José Coronel Urtecho con su “paisano inevitable”, Rubén Darío, en Nicaragua.
Es el caso de Mauricio Molina y Luis Chaves. El primero se autocrítica de tal tentativa radical al publicar el ya célebre Manifiesto fragmentario en el número 10 de la revista Kasandra en 1997, que “decía que pasábamos criticando a Debravo para luego escondernos bajo la noche a devorar sus libros”.
Textualmente en la revista citada: Todos renegábamos de Debravo en las tardes, y lo devorábamos con placer en las noches, como a un(a) amante, pero definitivamente odiábamos a Albán. (Boccanera, 2004: 108).
El segundo intenta ajustar cuentas y desacralizarlo en su polémico poema Arte poética II: “_Murió el Gran Poeta de la Patria / en fatal accidente de tránsito. / _ ¿Y qué le pasó a la moto?”. (Chaves, 2000: 42). Y lleva razón Molina: a Debravo no se le puede ver como el “padre” poético de las nuevas generaciones porque su actitud y su postura no pretendieron fundar movimientos ni dejar discípulos (lo contrario de sus “compañeros de viaje” como ya vimos, aunque Carlos Francisco Monge y Julieta Dobles se hayan desmarcado, veinticinco años más tarde, de los postulados “trascendentalistas”), mucho menos convertirse en el papá de las siguientes generaciones. Al contrario, su poesía, canto de esperanza y solidaridad que no descuida los códigos formales que implican un trabajo riguroso con el lenguaje y sus claves, es una convocatoria humanista donde el poeta es el hermano de los demás.
Por eso debemos percibirlo y recibirlo como tal: el hermano, el mayor hasta ahora si pensamos en su obra como urgente búsqueda de nuevos caminos para comunicar las “buenas nuevas” con una prosodia y una dicción muy personales. Esos mismos caminos que desbroza la nueva poesía costarricense en sus disoluciones del hablante en verso y prosa, atmósferas oníricas y alucinadas, imágenes cerradas y abiertas, parodias, musicalidades, testimonios y pastiches, para expresarse por otras vías tratando de comunicarse con su tiempo y sus congéneres.
La poesía de Debravo, cuyo eje, como ya vimos, es la solidaridad humana y lo fraterno como propuesta; cabe decir –a riesgo de parecer ridículos, como apostillaba el Che Guevara– el amor por los semejantes y la confianza en las “multitudes” de quien se asume como parte de una comunidad con la que dialoga francamente, es su núcleo, su razón de ser; además de la insistencia acerca del papel del poeta como instrumento de liberación, insistencia que lo convierte, a veces, en mesiánico y redentor; y de su nítida raigambre social y popular, por lo tanto política y con posiciones patrióticas, antiimperialistas, sin concebirse como un poeta militantemente partidario; perfila temáticas y tendencias como la ecologista, la erótica y la cristiana liberadora.
Esas tres tendencias o temáticas, como grandes bandas del interés poético del turrialbeño, se entrelazan por el ancho río debraviano, forjando y disponiendo una poesía vital, placentera y cuestionadora a la vez.
En su obra se percibe un cosmos vegetal, agrario, que parte de la madre tierra y lo que produce, lo que germina, como el maíz y los bosques (Salmo de los tres reinos, Salmo a la tierra animal de tu vientre, Salmo de las maderas).
En el segundo y tercer poemas señalados hay una fusión de lo ecológico y lo erótico con una armonía particularmente espléndida. Veamos un fragmento del tercero: “Hay maderas recias y macizas como tus piernas y tus espaldas… Hay maderas húmedas y rojas como la piel de tus labios y de tu lengua / Porque la piel de tus labios y de tu lengua es como una madera roja y empapada de savia”. (Todos los fragmentos de poemas de Debravo que se citen están tomados de la Antología mayor, 1986).
En la zona erótica es explícito el tratamiento del tópico sexual. En el poema “Desvestido” del libro Devocionario del amor sexual, leemos: “Luego –por diversión, sin decir nada– / la noche se llevó tu blusa larga / y te arrancó la falda ensimismada / como una cosa tímida y amarga (…) porque sí y porque no, a medio reproche, / desnudaste también, entre la noche, / la noche pequeñita de tu sexo”.
Lo erótico se integra con los demás temas, o subyace en casi toda su producción, relacionándolo también con lo religioso En el poema “La yerba” hay una conjunción de lo ecológico con el cristianismo, liberador y desacralizado, y con el hecho poético como parábola: “Dicen que Jesús predicaba a las gentes / sentadas sobre la yerba… Por eso sus palabras se parecen / a los cogollos de los cedros en la época de las lluvias”. Igual lo hace en el prólogo de Consejos para Cristo al comenzar el año: “Nunca he sabido lo que es la poesía. Se me parece a Dios. La intuyo cuando se acerca. Después no sé si se fue. O si la dejé amarrada en la palabra”.
La raíz (por lo tanto la radicalidad) cristiana de la poesía de Debravo es evidente y ya muchas/os críticas/os y estudiosas/sos lo han señalado. Incluso alguno de ellos –el chileno Alberto Baeza Flores: 1978: 282– plantea que probablemente provenga del recóndito sentimiento cristiano del campesino costarricense.
Podríamos aventurarnos incluso a sugerir la presencia, mas bien la resonancia, de algunas huellas de la tradición del Milenarismo y del Evangelio permanent” (The everlasting gospel) de los disidentes del protestantismo inglés de los siglos XVII y XVIII, y su influencia en un poeta presumiblemente desconocido para Debravo como William Blake, con su dosis de inconformismo antiestatal, anticlerical, plebeyo, promiscuo, escandaloso y siempre descontento, que humanizaba al Dios/Cristo, o que divinizaba al hombre, y, primordialmente, de la doctrina de los contrarios en su dimensión social, antecedentes del revolucionarismo libertario y del anarquismo comunista (Blake: 2001: 140-176). Pero lo que llama la atención es su imbricación con lo sexual y lo vegetal, lo germinal, creando un cosmos erótico y panteísta que se aviene muy bien con la naturaleza creadora y con el proceso del lenguaje poético, anclado en una visión religiosa de la sociedad, donde Cristo adquiere una faz de redentor y de libertador de los humildes y explotados, presentándose como un amigo del poeta.
Es un Cristo definitivamente a la izquierda de la ortodoxia, el Cristo de la Iglesia Joven, un Cristo militante, humano. Esa opción por los pobres es anterior a lo que luego conoceremos como Teología de la liberación y corre pareja, presuntamente sin conocerlas, a elaboraciones poéticas dentro de esa perspectiva creyente liberadora como la de Ernesto Cardenal, el conocido poeta nicaragüense, y a expresiones músico/poéticas posteriores como la Misa Campesina del también nicaragüense Carlos Mejía Godoy.
Jorge Debravo es un volcán en ebullición en la breve cordillera de la poesía costarricense. Volcán inflamado de violenta ternura que pugnaba por expresarse a toda costa, a pesar de las carencias de su entorno cultural. Su voz se despojó de la anécdota fácil para –igual que César Vallejo y Miguel Hernández, sus influencias más notorias– transitar a la anécdota humana y arribar al esencialismo de las cosas y lo seres con un lenguaje poético claro y eficaz, vigoroso en su tono vital.
Y a pesar de cierta candorosidad, o ingenuidad poética (candorosidad que es siempre honesta porque es consecuencia de una emoción profunda), palpable a veces en una sencillez de sonsonete rural y provinciano, no sucumbió al costumbrismo, o folclorismo, de antecesores como Aquileo Echeverría o Arturo Agüero. Mucho menos aplicó la chota a sus congéneres campesinos a quienes reunió con los demás trabajadores en un grupo de sencillos “hombres”. Y eso lo logró debido a las dotes de verdadero poeta.
Posiblemente con Max Jiménez y Eunice Odio —ambos desparecidos también de forma trágica y fuera del país, como signos de una sociedad que ha rechazado siempre la autenticidad artística porque no tolera la verdad de frente— sea el autor con mayor “gracia” poética de nuestros creadores. Jorge nació poseído por el demonio de la poesía y el ángel de la denuncia. Era un poeta orgánico que no necesitó de impostaciones, retruécanos o vaga retórica, como muchos de sus epígonos, para entregarnos una poesía fresca, sensual, crítica, ecuménica, de profunda raíz ética y germinal.
Es muy difícil, como señala el poeta, periodista y estudioso argentino Jorge Boccanera (2004: 148), verificar la influencia de la poesía debraviana en los poetas de las últimas tres décadas. Sin embargo, su voz es rastreable en algunos textos del mismo Laureano Albán, de Carlos Francisco Monge, Julieta Dobles, Ana Istarú, Alfonso Chase, Janina Fernández, Mayra Jiménez, Carlos Bonilla, Norberto Salinas, Rodolfo Dada, Macarena Barahona, Erick Gil Salas, Miguel Fajardo, Edmundo Retana y Helio Gallardo, entre otros.
Lo cierto es que la influencia de Jorge Debravo es amplia y definitiva, tanto en términos de su asimilación estética y ética por parte de las nuevas generaciones, como en su negación y hasta en el intento de “asesinarla”, como he tratado de mostrarlo. A pesar del tiempo transcurrido desde su trágica desaparición, la presencia del hermano mayor, para tirios y troyanos, es incuestionable.

Colofón
Si la muerte no hubiese pisado su huerto tan temprano, a lo mejor podríamos parafrasear al poeta cuando, a propósito de Max Jiménez, expresara lo siguiente: “Si alguna vez Costa Rica estuvo a punto de producir un genio, fue cuando (Jorge, en vez de Max, o ambos al unísono) luchaba contra las cosas y los seres, contra la palabra y contra sí mismo (Debravo: 1986, pp. 26, 27). He allí dos naturalezas consumiéndose en el fuego creador en un país que, de manera diversa pero paradójicamente semejante, trató de despojarlos de su vibrante y avasallador discurso.
Al primero (Max) se le cobró su ascendencia burguesa y cosmopolita, tanto que su propia clase lo denostó como “loco” (para variar) y atrabiliario; y al segundo (Jorge) se le acosó en vida por su procedencia campesino/proletaria y por su ideario humanístico y social, para cooptarlo después de su muerte colgándole el sambenito de “poeta nacional”. Hasta en el sepelio no tuvo sosiego. Bajo un pertinaz aguacero, un cura reaccionario cerró las puertas del templo donde familiares y amigos pretendían oficiarle misa, negándole su entrada por considerarlo ateo y comunista”y “porque le ha hecho mucho daño a nuestra santa madre iglesia”. (“Dios no quiere rodillas humilladas en los templos…” había escrito el poeta).
Al final solamente cuatro de sus amigos, el escultor Néstor Zeledón Guzmán y los escritores José León Sánchez, Laureano Albán y Alfonso Chase, lograron depositar el féretro en un pozo lleno de agua que fue rellenado con barro y lágrimas por sus improvisados enterradores (Zeledón Guzmán: 1988). Por cierto, llama poderosamente la atención el hecho de que siendo tres de ellos escritores, ninguno se haya tomado el tiempo para narrarnos esa oscura y torrencial despedida; solamente el artista Néstor Zeledón, quien guardaba un poema inédito del poeta, el cual diera a conocer en el homenaje del 23 de febrero de 1993 en conmemoración de su natalicio (probablemente el último que Debravo escribiera: En la mano del poeta), se atrevió a contarnos esa violenta tarde de intolerancia religiosa, viento, espanto y lluvia. ¿Voluntad invisibilizadora por parte de sus colegas?
Hoy, celosa, sospechosa y contradictoriamente, se le reprocha al poeta de Guayabo de Turrialba (aunque a Max Jiménez también se le rebaja aduciendo su “todología”; recordemos que era un artista múltiple e integral: pintor, escultor, grabador, dibujante, poeta, narrador, ensayista) el entusiasmo que despierta, así como su permanencia distintiva, lo que lo convierte en el poeta más vendido y leído de esta ínsula globalitaria. Afortunadamente, más allá de la polémica y la mezquindad, su poesía y su legado en términos de actitud creadora, ética combativa y modo de vida auténticos, lo sobreviven.
El hermano mayor prevalece.

Bibliografía consultada
Albán, Laureano, Bonilla, Ronald, Dobles Julieta, Monge, Carlos Francisco. Manifiesto Trascendentalista y poesía de sus autores. San José, Editorial Costa Rica, 1977.
Baeza Flores, Alberto. 1978. Evolución de la poesía costarricense, 1574-1977. Editorial Costa Rica, San José.
Blake, William (Estudio preliminar, selección y notas de José Luis Palomares). 2001. El matrimonio del cielo y del infierno. (Edición facsímil y bilingüe). Hiperión, Madrid.
Boccanera, Jorge. 2004. Voces tatuadas. Crónica de la poesía costarricense 1970 2004. Ediciones Perro azul, San José.
Chaves, Luis. 2000. Historias Polaroid. Ediciones Perro Azul, San José.
Debravo, Jorge (Prólogo de Joaquín Gutiérrez). 1986. Antología Mayor. Editorial Costa Rica, San José.
Duverrán, Carlos Rafael (Selección y prólogo): 1973. Poesía contemporánea de Costa Rica. Editorial Costa Rica, San José.
Monge, Carlos Francisco: 1984. La imagen separada. Instituto del Libro, Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, San José. 1992. Antología crítica de la poesía de Costa Rica. Editorial de la Universidad de Costa Rica, San José.
Zeledón Guzmán, Néstor. 1998. “Los cielos se desataron”, en supl. cultural Áncora, La Nación, año XVI, núm. 2, 10 de diciembre de 1988, San José.

Espacio Latino
te quitó sin pensar las zapatillas...
y -por sentirse blanca y alumbrada-
desnudó blancamente tus rodillas.

Luego -por diversión, sin decir nada-
la noche se llevó tu blusa larga
y te arrancó la falda ensimismada
como una cosa tímida y amarga.
Después te colocaste travesura:
desnudaste tus pechos por ternura
y -hablando de un amor vago, inconexo-
porque sí y porque no, a medio reproche,
desnudaste también, entre la noche
la noche pequeñita de tu sexo.

PARTO
Mujer, toda mi sangre está presente
contigo en esa lucha que sostienes.
Contigo está mi amor incandescente
y en tu llanto y en tu duelo me contienes.
Nunca en la vida estuve tan de prisa,
tan lleno de relámpagos y ruegos,
como ahora que ha muerto tu sonrisa
y están con tu dolor todos tus llantos y fuegos.

Nunca estuvo mi amor tan a tu lado,
nunca como esta noche de tortura,
cuando sufre mi amor crucificado
en el mismo tablón de tu amargura!

POEMA
Desde que el primer hijo -en noche de tortura-
se desprendió de ti como un brazo viviente,
la carne se te ha hecho una fruta madura
y el amor como un pan se te ve y se te siente.
Tus mejillas se han vuelto suaves como pañales,
la voz se te ha llenado de ternuras y almohadas,
palpitan en tus ojos dos tiernos animales
y son como dos sombras tus manos sosegadas...
HIJOS
Por la hija que ríe estoy doliente,
por el hijo que llora estoy en pena,
porque los dos me han puesto la colmena
del alma toda abierta y toda ardiente.
Porque los dos han hecho que ese diente
con que la vida muerde y envenena,
me clave más veneno entre la vena
y me vuelva el espanto incandescente.
Porque los dos son chorros de esperanza.
Porque los dos me pedirán mañana
un mendrugo de paz que no se alcanza.
Porque tendré que darles la campana
de la muerte, del odio y la venganza
y nutrirles la voz con sangre humana.
RESURRECCIÓN
Esta noche sedienta yo me he preguntado
quién eres y quién eres.
Porqué es triste tu carne como un leño apagado
y porqué tienes llena la boca de alfileres.
Y despacio, esta noche yo te he separado
como un árbol de amor, de las demás mujeres,
y haciendo de mi sangre un agua he bautizado
con ella tus angustias y placeres.
Y le he dicho a la muerte que no puede matarme!
Y le he dicho a la vida que no puede vencerme!
Y le he dicho a la tierra que si logra enterrarme,
a donde ella me entierre tú irás a recogerme!
Y le he dicho a la nada que si logra apagarme,
tú, con tus grandes besos, volverás a encenderme!

DIGO
El hombre no ha nacido
para tener las manos
amarradas al poste de los rezos.
Dios no quiere rodillas humilladas
en los templos,
sino piernas de fuego galopando,
manos acariciando las entrañas del hierro,
mentes pariendo brasas,
labios haciendo besos.
Digo que yo trabajo,
vivo, pienso,
y que esto que yo hago es un buen rezo,
que a Dios le gusta mucho
y respondo por ello.
Y digo que el amor
es el mejor sacramento,
que os amo, que amo
y que no tengo sitio en el infierno.

HOMBRE
Soy hombre , he nacido,
tengo piel y esperanza.
Yo exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas.
No soy dios: soy un hombre
(como decir un alga).
Pero exijo calor en mis raíces,
almuerzo en mis entrañas.
No pido eternidades
llenas de estrellas blancas.
Pido ternura, cena,
silencio, pan, casa...Soy hombre, es decir,
animal con palabras.
Y exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas.

ESTA CANCIÓN AMARGA
Sufro tanto que a veces ni siquiera
sé si sufro por mí o por el obrero.
El sufrimiento nace, simplemente.
Es como un árbol ciego.
No lo busco, lo llamo ni lo aguardo.
Nace cuando lo quiere.
Es como un chorro de alcohol, como una
almohada de alfileres.
Es amargo y sangriento a medianoche
y a veces -sin permiso- en las aceras.
Me anuda la camisa hasta asfixiarme.
Me riega ácidos malos en las venas.
Sin embargo, hermanos, cuando falta
es como si mi carne estuviera vacía.
Como si no corriera el jugo de mi sangre.
Como si a chorros, roja, se me huyera la vida.

Encuentro de poetas hasta el 15 de agosto

Un lenguaje común que se transmita con profundidad. Que transporte el eje de las nacionalidades y que alimente la poesía, parece ser el mensaje que llevan los poetas, escritores, cantantes, concertistas y pintores que participan en V Encuentro Internacional de Poetas.
Este evento reúne a 41 artistas de Uruguay, Chile, España, México, Perú, Canadá, Argentina, Puerto Rico, Honduras, Islas Canarias, Ecuador, Brasil, Colombia, Australia y El Salvador; y que es organizado por las universidades Eloy Alfaro de Manta y San Gregorio de Portoviejo. Los poetas llegaron a Manta el martes 7 de agosto y estarán recorriendo la provincia hasta el miércoles 15, fecha en la cuál retornarán a sus respectivos países. Aunque sus puntos de vista son diferentes, ellos, hablan un solo lenguaje. Tienen claro que la cultura es el medio de comunicación que une naciones y que ayuda al crecimiento de su población. “Es una lluvia de palabras con sonido que tienen sus raíces en cada ser humano. Todos alguna vez nos hemos hecho eco de una buena poesía que nos haya transportado en tiempo y espacio”, dice Horacio Hidrovo, quién se muestra complacido por la aceptación que ha tenido el encuentro poético que ha logrado reunir un número considerable de poetas y escritores.

El arte
Horacio Hidrovo señala que el encuentro ha ido creciendo. “Cada año son más los poetas y artistas que se suman al proyecto que tiene la finalidad de intercambiar y reforzar la cultura no sólo latinoamericana si no de todo el mundo”, sostiene.

Hoy llegan los poetas a Bahía de Caráquez
El Banco Central del Ecuador en conjunto con la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí – Extensión Bahía de Caráquez tienen el honor de presentar el “V Festival de Poetas y I de Artes Visuales” en el auditorio del Museo Bahía de Caráquez hoy jueves 9 de agosto a las 11h00. Esto es parte del festival que todos los años se realiza en la ciudad de Manta gracias al Departamento de Desarrollo Cultural de la ULEAM, dirigido por el poeta Horacio Hidrovo Peñaherrera. A este acto en particular se ha invitado a los estudiantes de los colegios de la localidad y además se hace extensiva la misma a la ciudadanía que desee disfrutar de tan importante evento.

El Diario, Ecuador, 9 de agosto de 2007

Eduardo Mitre presentará Vitrales de la memoria

El Espacio Simón I. Patiño a través del Cedoal, presentará el libro Vitrales de la memoria, nuevo poemario de Eduardo Mitre, publicado este año por la editorial Pre-Textos de Valencia (España), la misma que publicó su anterior El paraguas de Manhattan (2004), es un puente poético tendido entre dos espacios y tiempos: el presente de Nueva York y el pretérito de la infancia y la adolescencia del poeta transcurridas en Oruro –su ciudad natal– y en Cochabamba.
A través de la memoria afectiva, cada poema va plasmando-restaurando los paisajes: el altiplano orureño, el balneario “chaucheras” y cines de Cochabamba; espacios que son pasajes por los que vuelven presencias familiares de entonces (el tío, el abuelo, el condiscípulo de la escuela, los compañeros de juego) así como otras (el payaso de circo, Marilyn Monroe, Natalie Word, Enrique Omar Sívori) cuyo paso pervive en el recuerdo de innumerables personas.
Varios poemas son elegías, pero siempre más rememoración que lamento, en una escritura obediente al deseo de prolongar la permanencia de los ausentes. De este modo, en estos vitrales verbales, como en el verso de la célebre balada de Franz Tamayo, “la ausencia hace presencia”.
Mitre nació en Oruro, Bolivia, en 1943. Estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba y, posteriormente, realizó estudios de literatura francesa en Francia y literatura latinoamericana en Estados Unidos donde se doctoró por la Universidad de Pittsburgh con una tesis sobre la poesía de Vicente Huidobro.
Entre sus libros de poesía figuran: Morada (1975), Ferviente humo (1976), Mirabilia (1979), Desde tu cuerpo (1984), La luz del regreso (1990), Líneas de otoño (1993), El peregrino y la ausencia: Antología poética (1988), Camino de cualquier parte publicado por Visor de Madrid en 1998 y El paraguas de Manhattan (2004).

La Época, Bolivia, 18 de agosto de 2007

PUBLICAN EN CUBA EL MÁS RECIENTE LIBRO DE JORGE ENRIQUE ADOUM
RANDOL PERESALAS


Por mucho tiempo, durante la universidad, deseé encontrar algún tipo de texto con el cual aprender a distinguir entre buena y mala poesía. Y es que desde entonces comparto el criterio de que leyendo malos libros, también se aprende a apreciar los buenos. Lamentablemente, no hallé ninguno. Era un tanto ingenua mi pretensión, lo reconozco —hay que conformarse, irremediablemente, con la recolección de planteamientos aislados (además de leer buena literatura, desde luego), para así armarse una suerte de detector personal—, mas la búsqueda no fue del todo infructuosa. Me reveló una gran verdad: pocos son los autores que se dedican a recopilar ejemplos de mal arte, con buenas intenciones. La mayoría prefiere invertir esfuerzos directamente en la creación, y no desandar caminos desafortunados, aunque ello implique un servicio invaluable para aquellos que empiezan. Los hay demasiado pudorosos y un poco egoístas. Por esa razón, cuando leo a un escritor famoso que intenta explicar su oficio, lejos de considerarlo petulante, lo aplaudo.
Tal es el caso esta vez del ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, y su más reciente título, Aproccimasión a la paraliteratura, publicado por la Editorial Arte y Literatura, en coordinación con Ediciones Archipiélago, como parte de la colección de ensayos Argos.
Como su título indica, Adoum, uno de los imprescindibles en la lírica latinoamericana, propone un acercamiento agudo no solo a la expresión paraliteratura, sino, sobre todo, a aquellos géneros más dañados por sus cándidos cultivadores. Pero es que también el tono jocoso que se permite, garantiza un auténtico banquete. De otra forma sería imposible leer el volumen, pues los numerosos, mas necesarios ejemplos escogidos por el autor para ilustrar sus tesis, lo harían francamente insoportable.
Adoum detalla con escrupulosa precisión los malos momentos de inspiración que avalan el término, pero también lo hace con meticulosa ironía, sin ánimos de burla (fase última en la que caería un analista poco serio); lo suyo es alerta franca, humilde y sabia. Recorre así casi todas las variantes poéticas —elegíaca, heroica, amatoria—; desenmascara la intrusión de lo paraliterario en zonas como la política, la ciencia, la prensa, la filosofía y hasta la crítica; y evalúa los efectos negativos de la cultura de masas, por su ambiguo papel de crear falsas expectativas en algunos individuos, poco o nada dotados para el arte de la composición.
Acompañado por el astuto pincel de su coterráneo, Asdrúbal de la Torre, quien despliega sus ingeniosas caricaturas a la entrada de cada capítulo, y hace más disfrutable el trayecto, el autor invita a una reflexión de índole no ya exclusivamente estética, sino además cultural y social. Porque no se debe confundir —nos comenta el maestro— al productor de best seller con el paraliterato, aunque en ocasiones coincidan. En el prólogo firmado por el también poeta ecuatoriano, Efraín Jara, este expone: «Frente a la complejidad estructural, al tenso equilibrio entre sensibilidad e inteligencia, a la densidad conceptual, a la despiadada voluntad de forma, que hacen de la literatura genuina algo desalentadoramente complicado y exigente, la paraliteratura consagra el flujo espontáneo, la sensiblería incontrolada, la banalidad de los temas, la proliferación de los tópicos, la facilidad y el desaliño formal». O sea: se está hablando de una intelectualidad sospechosa, anclada en la desigual dinámica social contemporánea, y donde muchos buscan afanosamente destacar, sin que importe demasiado el modo.
Para el lector cubano la cosa puede resumirse como sigue: todo aquello que suena cursi, falso o a rebuscamiento chato, es paraliteratura. Y el autor asentiría de inmediato. En numerosas ocasiones he visto a colegas devanarse los sesos para entender la quintaesencia de un texto (cuando la tiene) por aquello de que se debe ser paciente con los que empiezan. Y es que si solo fuese un problema de los novatos, los entendería, y hasta los apoyaría, pero no siempre es así. Situaciones similares deben conocer aquellos que tienen la responsabilidad de decidir en un concurso literario. Pues bien, les aseguro que este delicioso texto de Adoum les facilitará la tarea.
Son aproximaciones, es cierto, pero suficientes para crearnos un muro de contención contra todo aquello que quiera pasar por arte. No un muro para creernos mejores que otros, sino para saber dónde están nuestros límites.

Juventud Rebelde, Cuba, 18 de agosto de 2007
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NOVEDADES
México, Axial, 2007

Vicente Huidobro, Altazor
Es esta, para algunos su obra cumbre, la que gestó duran- te diez años, donde Vicente Altazor Huidobro imprime los postulados transgresores propios del demiurgo capaz de insuflar un aliento poderoso a su creación. Aquel que nació en el Equinoccio, se yergue desafiante ante la Naturaleza y se lanza sobre la rosa perfumada -su para- caídas- a través de la noche vertiginosa para hablarle a los astros, mirándolos de frente. Penetrando el océano estelar, de pie entre el nadir y el cenit el ángel observa la orfandad del planeta, soledad suspendida en la noche in- finita. Canta y afirma que sólo cree en los climas de la pasión: el dolor es lo único eterno. El hombre, mago, poeta, salta del vientre de su madre o del borde de una estrella y emprende el viaje. Periplo cósmico que reconstruye el universo en siete cantos y nos deslumbra con su nostalgia desafiante. La poesía tiene pues hambre de absoluto, de eternidad, y el viajero Altazor no teme arrojarse en su parasubidas y desde las alturas pedirnos silencio pues la tierra ha dado a luz un árbol.

Conde de Lautréamont, Cantos de Maldoror
Hay quienes escriben para buscar el aplauso humano por medio de las nobles cualidades del corazón que la imaginación inventa o por las que ya tienen. ¡yo utilizo mi genio para pintar las delicias de la crueldad! Delicias no pasajeras, delicias artificiales pero que empezaron con el hombre y terminarán con él. ¿no puede el genio aliarse con la crueldad en las secretas resoluciones de la providencia o, por el hecho de ser cruel, carece de genio? [...] Así como lo expresa el propio Isidore, este libro camina por senderos siniestros, sombríos pasajes en los que el adolescente Maldoror reflexiona sobre la maldad que el hombre contiene por naturaleza; su capacidad de destrucción y exterminio del ser y del espíritu, que lo llevará a cuestionar la divinidad de dios a partir de la premisa de que fuimos creados a su imagen y semejanza. A través de una poesía colmada de imágenes exquisitamente demenciales, este libro es una muestra de aquellas letras infaustas que fueron punto de partida para otros aurotres del último cuarto del siglo xix, Baudelaire, Rimbaud y Verlaine: los malditos.

Arthur Rimbaud, Una temporada en el infierno
La intensidad persuasiva de su impulso creador, sus facultades en fermento constante, condujeron a Rimbaud a a participar, breve pero de manera deslumbrante, en la "Comuna de París" en 1871, donde su intuición enardecida y carácter anárquico conmocionó a los parnasianos que se decían paladines de la modernidad. No obstante, el adolescente no cesa de engendrar sus versos desmesurados mientras recorre las callas del ajenjo y el hashish, escandalizado a la elite literaria parisina.

César Vallejo, Poesía completa
La obra poética de César Vallejo aparece en los años 20, contemporánea de la generación del 27 en España y de la explosión de las llamadas vanguardias, aquellas tentativas por refrescar la expresión artística y literaria justo cuando la poesía buscaba nuevos rumbos luego del impacto del modernismo. Junto a Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Octavio Paz, y José Lezama Lima forma parte del grupo de los precursores de la poesía latinoamericana, distinguiéndose por su estilo que encarna, como pocos, la libertad del lenguaje poético que fue capaz de remontarse en medio de las recetas de tantas escuelas. Represento lo que puede y debe ser la poesía: una búsqueda lingüística y existencial intensa entre la angustia y la esperanza, una voz inédita y contundente.

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miércoles, 1 de agosto de 2007

eps 113: gonzález, hamburger, watanabe


[31.07.07] gonzález, hamburger,watanabe

atisbos

En los meses recientes fallecieron tres poetas de obra muy diversa: el inglés Michael Hamburger, el guatemalteco-mexicano Otto-Raúl González y el peruano José Watanabe. Hamburger estuvo varias veces en México y aquí apareció una antología de su trabajo. González vivió en la capital mexicana desde 1954. Watanabe, por su parte, tuvo entre sus amigos a varios poetas mexicanos. Este número quiere rendir un sencillo tributo a su labor literaria.

ADIÓS A OTTO-RAÚL GONZÁLEZ
Carlos Rojas Urrutia


“Seré recordado como un escritor más. Me gustaría que dijeran que era un buen poeta. Hasta ahí”, dijo Otto Raúl González en una reciente entrevista. El maestro, uno de los grandes de la poesía guatemalteca del siglo XX, murió el fin de semana pasado en México, país en donde vivió durante casi 60 años, desde que salió al exilio durante la dictadura de Ubico.
El nombre de Otto Raúl, como él pedía que lo llamaran, está ligado a otros dos grandes de la literatura nacional: Augusto Monterroso y Carlos Illescas, con los que compartió una aventura no solamente literaria, sino vital y política, que resume la condición del escritor guatemalteco durante el pasado siglo, asfixiado por la represión y las dictaduras.

No me ubico
Nacido en la ciudad de Guatemala, el 1 de enero de 1921, Otto Raúl González surge al panorama literario en 1943 con la publicación de Voz y voto del geranio, un pequeño libro de poemas que escondía detrás de su encendido lirismo una fuerte crítica a la dictadura. El título es la primera manifestación de rechazo de una juventud, más tarde reunida en la llamada Generación del 40, frente al silencio y la represión impuestos por Jorge Ubico. Implicado de lleno en la resistencia contra la dictadura ubiquista, el poeta se ve obligado a huir hacia México luego de que la Policía lo golpeara salvajemente durante una manifestación. En la capital mexicana toma contacto con una importante generación de escritores latinoamericanos en ciernes —entre ellos Juan Rulfo, Ernesto Cardenal, Rosario Castellanos, Jaime Sabines— y con una de las leyendas vivas de la literatura, Don Alfonso Reyes, quien le consigue una beca para finalizar sus estudios. Durante los gobiernos revolucionarios de Arévalo y Arbenz, González se desempeñó en cargos diplomáticos. A partir de la llegada al poder de Castillo Armas y las subsiguientes dictaduras militares, el escritor se vio impedido de regresar a Guatemala durante más de 40 años.

Escribir y fumar
La mayoría de la obra de Otto Raúl fue publicada en México durante su exilio y la constituyen alrededor de 40 libros, entre ellos A fuego lento (1946), Para quienes gusten oír la lluvia en el tejado (1962), Diez colores nuevos (1967), Cementerio clandestino (1976), Agua encantada (1988), Diamante negro (1990), El conejo de las orejas en reposo y Luna mutilada (1991). En 1990 le fue otorgado en Guatemala el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias y hace apenas unas semanas la Universidad de San Carlos le confirió el título de Doctor Honoris Causa.
“¿Qué hace en la actualidad?”, le preguntaron a Otto Raúl en la entrevista citada al principio. El poeta respondió: “Lo que hago es seguir escribiendo, escribir y fumar. Me moriré escribiendo y fumando… seguiré luchando por la poesía, seguiré instalado en estas cámaras de tortura de la poesía, que en cierta forma son así, pero que tienen salidas hacia otras cosas muy distintas como la felicidad, el placer y la alegría de vivir. De todo eso que debe cantar y canta la poesía”. “La poesía es un arte, no es para solucionar problemas, estos los solucionan los políticos, los economistas y los especialistas encargados de gobernar un país. Pero la poesía en cierta forma orienta y ayuda a estas personas en el poder, señalando los problemas e incluso proponiendo posibles soluciones que puedan ser llevadas o no a la práctica. La poesía tiene un fin, que es el de servir a la humanidad”.

www.elperiodico.com.gt/es/20070626/14/41053/

LA VERDAD DE LA POESÍA
Homero Aridjis


El poeta, traductor y ensayista Michael Hamburger acaba de morir a los 83 años en Suffolk, Inglaterra, adonde se había retirado para vivir. Hamburger visitó México en 1981 y 1987 para leer su obra en el Primer Festival Internacional de Poesía de Morelia y en el Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de México. Bilingüe, casi de nacimiento, Hamburger era considerado uno de los mejores traductores del siglo XX por sus versiones ya clásicas de las obras de Friedrich Hölderlin y Paul Celan, y de autores alemanes contemporáneos como Günter Grass, de quien también era amigo.
Nacido en Berlín el 22 de marzo de 1924 en el seno de una familia judía de clase media alta, a los nueve años Michael abandonó Alemania con sus padres y su hermano menor (el futuro editor de libros de arte Paul Hamlyn) cuando los nazis acabaron con la República de Weimar. La familia se radicó en Edimburgo y Michael se educó en Oxford, luchando en la Segunda Guerra Mundial al lado de las fuerzas británicas. Hamburger publicó más de 20 volúmenes de poesía y varios libros de crítica (notablemente La verdad de la poesía. Tensiones en la poesía moderna de Baudelaire a los años sesenta, traducido al español [México, FCE, 1991]) y una autobiografía reveladora, A Mug's Game. Entre los escritores —en su mayoría poetas— que tradujo al inglés se encuentran Georg Büchner, Paul Celan, Hans Magnus Enzensberger, W. Goethe, Peter Huchel, Günter Grass, Hölderlin, Rainer Maria Rilke, Hugo von Hofmannsthal, Bertolt Brecht y Georg Trakl, además de un volumen de las cartas, diarios y conversaciones de Beethoven, aunque también tradujo los Veinte poemas en prosa de Charles Baudelaire.
Michael fue amigo de W.G. Sebald, quien como él había emigrado de Alemania, vivía en la región de East Anglia y era alérgico al alcohol. Tradujo al inglés un par de libros suyos y Sebald lo puso como personaje semificticio en Los anillos de Saturno. Refiriéndose a sí mismo, Hamburger escribió "Posiblemente nunca hubiera empezado a hacer traducciones durante mi adolescencia si no hubiera sido para mí la traducción un puente hacia una cultura perdida para mí en cualquier otro aspecto".
Pero naturalista y amante del campo (en su propiedad en el condado de Suffolk cultivaba 35 variedades casi extintas de manzanas) todavía lo veo en 1981 caminando de la ciudad de Morelia a Santa María, con el poeta francés André du Bouchet (traductor de Hölderlin al francés), identificando plantas y flores. Precisamente en 1971, durante un festival en el que estuvimos en Austin, yendo una tarde ellos y yo por los campos de Texas, el poeta Christopher Middleton, quien era profesor allá, nos previno: "No se salgan del sendero, porque un ranchero bruto puede tirarles de balazos por haber entrado en su propiedad inadvertidamente". A Hamburger lo había conocido en Londres, hace exactamente cuatro décadas, durante una conferencia del poeta francés Yves Bonnefoy. Desde entonces nos hicimos amigos y mi esposa y yo varias veces nos quedamos en su casa de la calle de Half Moon, un barrio popular de Londres, y él nos visitó en Berna, Rotterdam, Morelia y la Ciudad de México.
Por una extraña coincidencia, la luz se extinguió para Michael Hamburger un 7 de junio, un día después —pero de 1843— que murió Friedrich Hölderlin, de quien Michael publicó un primer libro de traducciones al inglés en 1943, en plena guerra con Alemania. Hölderlin siempre estaba presente en la poesía de Michael Hamburger. Por eso mismo, para recordarlo escojo uno sus poemas más misteriosos e impactantes que leyó en Morelia en 1981.

AMANTE LOCO, DAMA MUERTA
Oh, mi Diótima.
¿No es de mi Diótima de quien estáis hablando?
Trece hijos me parió, uno de ellos es Papa,
Sultán el siguiente, el tercero zar de Rusia.
¿Y sabéis qué le pasó?
Loca, es como le fue, loca, loca, loca.
Trece funerales me hicieron cuando morí.
Pero ella no vino a ellos. Encerrada en una torre.
Así son las cosas: Se fue a la vuelta,
al jardín donde se encuentran los amantes,
caminando, hablando juntos. Del otro lado del muro.
No hay nadie. Hasta que ustedes las visitas vienen.
¿Escribirá el cadáver un poema hoy
sobre su dama loca?
Pero te diré un secreto: nos encontramos.
A la vuelta, del otro lado del muro
está siempre nuestro jardín,
descansando, con flores de cada estación.
Vendremos cada uno de una calle oscura
y el sol brilla.
Ella ríe cuando le digo
que es como estar muerto.
Río cuando me da
noticias de nuestros hijos locos,
quienes se han abierto paso en el mundo.
No hay poema hoy, señor.
Vaya a casa. En un sueño verá
cómo se remueven los muertos
hacia la locura. Y parecen olvidar
a sus amados, cada uno en su propia calle oscura.
Como tus amados locos
parecen olvidar sus muertos.
Así son las cosas. No hay nadie.
Oh, mi Diótima.
Esperándome en el jardín.

Versión de Homero Aridjis.

Las primeras seis líneas son las palabras que supuestamente dijo Hölderlin a J. G. Fischer en respuesta a un comentario suyo sobre Susette Gontard, mujer a quien Hölderlin amó y celebró en sus poemas como Diótima. Susette Gontard murió en 1802, por el tiempo en que Hölderlin se volvió incurablemente loco.

El Ángel, supl. de Reforma, México, 17 de junio de 2007

LA CASA DE WATANABE (1946-2007)
Miguel Ángel Zapata


José Watanabe acaba de morir en Lima. La noticia me la dieron llegando al Centro Cultural Mapocho de Santiago de Chile hace pocos días. ¿Qué puede uno pensar cuando le cuentan que un gran poeta ha muerto, que su casa se ha cerrado, pero para abrir sus puertas en otro espacio, y que sus ventanas y cerraduras seguirán buscando por el aire su permanencia?
¿Cómo no pensar que su "escalera va del patio a la azotea y en el tercer peldaño/ el sol relumbra,/ el solcito de los condenados relumbra siempre y debidamente"? ¿Cómo olvidar estos versos? Imposible olvidar la lumbre de este sol. Tampoco pensé escribir nada sobre su viaje, ni de su casa imaginaria, ni de su iguana y su limonero. Pero a esta hora de la madrugada, cuando todo casi es silencio, uno rememora algunas sonrisas, conversaciones y gratos encuentros en Lima y en Nueva York. De su poesía siempre me atrajo esa compleja transparencia, tan difícil de lograr hoy en día, cuando abundan tantos versos que no tienen sentido o no quieren tener sentido. Con tanta poesía que le huye al sinsentido pensando que así se logra la profundidad, la dureza del diamante, el fraseo sin vida.
Por eso Watanabe va a quedar, su casa seguirá abierta, y su desierto será en poco tiempo el nuestro, y nos seguiremos identificando con sus lagunas y su cielo.
Así, esta noche recordé los gratos momentos que pasamos aquí en la Universidad de Hofstra, en Long Island, Nueva York, en noviembre de 2003, con él y Micaela. Fue aquella vez que lo invitamos a leer sus poemas (en castellano, ingles y japonés), y a dar una conferencia sobre el haikú y su presencia en la poesía hispanoamericana. Ahí pudo distinguir entre el verdadero hacedor de haikús y los bufones que piensan que hacen haikús, pero se quedan sólo en kus, como muchos que creen escribir sonetos pero se quedan en sones. La poesía de Watanabe quedará como quedará la poesía del mexicano Francisco Cervantes, porque estos poetas caminaron su desierto callados, mirando el cielo que les escribía, sintiendo la sombra de sus propios árboles. Nunca dijeron que habían descubierto el silabeo perfecto, ni tampoco su jactancia era tan descontrolada como algunos poetas que piensan que el parnaso es su alfombra favorita y, además, que ya vuelan sobre ella.
Watanabe permanece porque su poesía se ubica dentro de una visualización de materias móviles, y determina la belleza del bosque umbrío, la metáfora descubriendo a sus lectores el espacio afectivo de la interiorización de las cosas. Hay una propuesta de Gastón Bachelard que se cumple en la poética de Watanabe: se trata de un intercambio de intimidad —de materia— del sujeto y del objeto. Así, la arcilla, la arena, el arenal del desierto de Olmos, es la materia fundadora del ser, y el bosque, dentro de su tenacidad misma, es el punto en que borra la oposición de la materia a la luz. Desde la serenidad del arenal, en el que irrumpe la metáfora de la lagartija, sus poemas muestran el reposo y el movimiento de objetos imantados ante la presencia inexorable del eterno retorno. El eterno retorno, hipótesis bosquejada por el pitagórico Eudemo, ofrece esta vez al poeta contemporáneo una renovación incesante, un perpetuo deslumbramiento. Los seres y los objetos vuelven a cobrar vida, resurgiendo en las imágenes-ventanas, desde donde también ingresa a la naturaleza una flor crecida, la primavera y el limonero.
Estos elementos habitan en sus mejores libros: la mantis religiosa, el árbol y la aldea contemplada, el pino caído, el amor y la muerte vuelven con extraordinaria síntesis a poblar la poesía, creando una unidad sorprendente. En la poesía de Watanabe hay muchas casas, espacios y olores: la hermana picando el perejil, un olor de comida y de viento fuerte que llega a conmovernos como pocos poetas de hoy. El poema puede surgir en la sala o en el jardín, en el interior o el exterior, siempre desde el límite de Jano, desde el umbral donde coinciden lo familiar y lo desconocido. Ahí se siente el intercambio de la verdadera intimidad.
Ahora lo veo sonriendo con Micaela bajo las torres de las letras, atravesando el puente que da al centro estudiantil, despidiéndonos de la ironía del otoño, y oyéndolo repetir:

A veces pienso cabalgar nuevamente hasta esa posada para
colgar en su puerta estos versos:
En la cima del risco
retozan el cabrío y su cabra.
Abajo, el abismo.


La Jornada Semanal, 1 de julio de 2007

testimonios


OTTO-RAÚL GONZÁLEZ

TU PECHO
TU PECHO TIERRA LABRANTÍA
Jardín privado de dos lámparas.
Tu pecho es mar y río dulce
de tiernas aguas que derriban diques.
Tu pecho es cielo breve cielo
y miniatura de la vía láctea
viña de fuego y simiente de ciclones
tu pecho elemental tu pecho de uva
en donde siento que palpita el universo.

VOZ Y PROFECÍA
OIGO TU CLARA VOZ, TU VOZ ROTUNDA,
vivo geranio, martillando el viento;
oigo tu fresco, varonil acento
que los espacios como el sol inunda.
En la niebla compacta, que difunda
tu voz la claridad con nuevo aliento;
la renovada luz sobre el lamento
que parte nuestra sombra gemebunda.

Mientras más en la dura tierra se hunda
tu raíz para sólido cimiento
es más clara tu voz y más fecunda

y, percibida por el irredento,
vierte en la oscuridad que nos circunda
la profecía de un resurgimiento.

GRANDEZAS
EL PUMA AMANECÍA EN LOS DIENTES DEL SOL
amanecía el sol en los dientes del puma
Cantaba la malva canciones de guerra
la guerra cantaba canciones de malva
Los hombres fumaban tabaco de sueños
con hombres valientes soñaba el tabaco
Los príncipes jugaban carga-sillita con la muerte
la muerte jugaba carga-sillita con los príncipes
De tamañas grandezas aún brilla la memoria
y ruge el atabal en los cuatro horizontes

MICHAEL HAMBURGER

HOMENAJE AL TIEMPO
UNA MAREA, UNA MAREA ALTA DE AIRE DORADO.
¿A dónde se habían ido las abejas?
Y cuando ningún zumbido se dirigió hacia la madreselva,
titubeante,
se convirtió en cuerpo,
se adhirió y bebió,
brisa, negada, los pétalos colgaron,
y esperaron, abandónate es lo que el verano quiso decir.

Un rincón del jardín, hiedra sobre tabillas rotas,
una rama con borlas anaranjadas: buddleia globosa.
Entre dos ráfagas una corriente de aire dorado,
simplemente quietud, quizá, suspenso —pero las abejas
se adhieren y beben.

Muros que trajeron consigo: patio negro de París,
un pedazo de mármol, desplomado, polvo en las hojas,
un estanque de carpas, el tráfico no lejano,
audible, sin embargo excluido;
árbol en flor o arbusto en cualquier ciudad de clima inestable,
muros para contener una quietud, un estremecimiento,
el año que se realiza, abejas para ser inmovilizadas.

Entre dos ráfagas, gélidas ondas, la dorada marea.

Traducción de Aurelio Major, Miguel Ángel Flores y Verónica Volkow

TÁMESIS
NOBLE RÍO, TRANSPORTA
alimento para hombres y gaviotas.

Hermoso río,
esta tarde de invierno
se disuelve en púrpuras y grises,
torre, chimenea, embarcadero,
un espejo empañado
por bruma y labios de amantes.

Esta tarde vi
el rostro de mi amigo, amoratado,
después de cuarenta días a la deriva
entre gélidas orillas, en aguas terrosas.

Y regresamos a casa, a lo largo
del Embankment donde él
respiró, haraganeó, amó
en una bruma de malvas y grises
mientras el desecho de gaviotas y hombres,
golpeaba el bulto negro de las falúas.

Pálido, pero con suficiente combustible.
y con suficiente comida para seguir,
hoy, mañana no lejos del río,
aún capaz de ser engañado a veces,
hacia abajo a través de la luz de la lámpara serpenteante
me lanzo dentro de lodo auténtico.

JOSÉ WATANABE

Para mí la poesía es eso, algo que aparece muy fugaz. Pero esa aparición fugaz es como si la naturaleza de alguna manera nos hablara. Y en ese instante es muy contundente y verdadero lo que nos dice. Es una verdad esencial, pero que desaparece como detrás de la niebla. El problema viene en cómo compartirla con un lector. Y obviamente viene el pleito con el lenguaje… Corregir, corregir y corregir es acercarse cada vez más a esa verdad, a transmitir esa verdad que entreviste. Por eso es esa necesidad que tengo de hacer muchas correcciones. Porque en la primera versión te das cuenta de que no, que hay que pulir más. Claro, pero en este pulir no debe perderse la carga anímica, la carga emocional. Ese es el riesgo de corregir mucho.

POEMA TRÁGICO CON DUDOSOS LOGROS CÓMICOS
MI FAMILIA NO TIENE MÉDICO
ni sacerdote ni visitas
y todos se tienden en la playa
saludables bajo el sol del verano.
Algunas yerbas nos curan los males del estómago
y la religión sólo entra con las campanas alborotando los
canarios.
Aquí todos se han muerto con una modestia conmovedora,
mi padre, por ejemplo, el lamentable Prometeo
silenciosamente picado por el cáncer más bravo que las
águilas.
Ahora nosotros
ninguno doctor o notable
en el corazón de modestas tribus,
la tribu de los relojeros
la más triste de los empleados públicos
la de los taxistas
la de los dueños de fonda
de vez en cuando nos ponemos trágicos y nos preguntamos
por la muerte.
Pero hoy estamos aquí escuchando el murmullo de la mar
que es el morir.
Y este murmullo nos reconcilia con el otro murmullo del río
por cuya ribera anduvimos matando sapos sin misericordia,
reventándolos con un palo sobre las piedras del río tan
metafórico
que da risa.
Y nadie había en la ribera contemplando nuestras vidas hace
años
sino solamente nosotros
los que ahora descansamos colorados bajo el verano
como esperando el vuelo del garrote
sobre nuestra barriga
sobre nuestra cabeza
nada notable
nada notable.
Álbum de familia, 1971

EL ANÓNIMO (ALGUIEN, ANTES DE NEWTON)
DESDE LA CORNISA DE LA MONTAÑA
dejo caer suavemente una piedra hacia el precipicio,
una acción ociosa
de cualquiera que se detiene a descansar en este lugar.
Mientras la piedra cae libre y limpia en el aire
siento confusamente que la piedra no cae
sino que baja convocada por la tierra, llamada
por un poder invisible e inevitable.
Mi boca quiere nombrar ese poder, hace aspavientos, balbucea
y no pronuncia nada.
La revelación, el principio,
fue como un pez huidizo que afloró y volvió a sus abismos
y todavía es innombrable.
Yo me contento con haberlo entrevisto.
No tuve el lenguaje y esa falta no me desconsuela.
Algún día otro hombre, subido en esta montaña
o en otra,
dirá más, y con precisión.
Ese hombre, sin saberlo, estará cumpliendo conmigo.
El huso de la palabra, 1989

LA ORUGA
TE HE VISTO ONDULANDO BAJO LAS CUCARDAS,
penosamente,
trabajosamente,
Pero sé que mañana serás el aire.
Hace mucho supe que no eras un animal terminado
y como entonces
arrodillado y trémulo
te pregunto:
¿Sabes que mañana serás en el aire?
¿Te han advertido que esas dos molestias aún invisibles
serán tus alas?
¿Te han dicho cuánto duelen al abrirse
o sólo sentirás de pronto una levedad, una turbación
y un infinito escalofrío subiéndote desde el culo?
Tú ignoras el gran prestigio que tienen los seres en el aire
y tal vez mirándote las alas no te reconozcas
y quieres renunciar,
pero ya no: debes ir al aire y no con nosotros.
Mañana miraré sobre las cucardas, o más arriba.
Haz que te vea,
quiero saber si es muy doloroso el aligerarse para volar.
Hazme saber
si acaso no es mejor no despegar nunca la barriga de la
tierra.
Historia natural, 1994

EL GUARDIÁN DEL HIELO
Y COINCIDIMOS EN EL TERRAL
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil
Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
Yo soy el guardián del hielo.
Cosas del cuerpo, 1999


zonas


RECIBE POETA MEXICANO BECA GUGGENHEIM

Por la calidad de su obra poética, Pedro Serrano, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras y editor del Periódico de Poesía de la UNAM, obtuvo la Beca Guggenheim para América Latina y el Caribe en el área de poesía.
Con esta distinción —que otorga la John Simon Guggenheim Memorial Foundation— no se reconoce mi trabajo académico, sino como escritor, concretamente como poeta; de hecho, para esta región se dieron 35 estímulos económicos, después de analizar 395 solicitudes. Tres de ellos se ubican en el área de poesía y fueron para creadores de México, Brasil y Argentina, precisó en un comunicado de la UNAM.
Para obtener esta beca, Serrano —quien suma 30 años haciendo poesía y 25 de publicar su obra— presentó un proyecto donde pretende escribir un poema largo, mediante el cual recorra las distintas ciudades en las que ha vivido y diversas experiencias vitales.
Se otorga por un año, y consiste en un apoyo económico y la posibilidad de desarrollar con toda libertad el trabajo creativo, señaló el autor de los libros El Miedo, Ignorancia, Turba y Nueces.
Otros beneficiados han sido: José Agustín, Vicente Leñero, Juan Rulfo, Carlos Monsiváis, Jorge Ibargüengoitia, Miguel León-Portilla, Nabor Carrillo, Octavio Paz, Arturo Rosenblueth y Juan José Gurrola, entre otros.
El autor [junto con Carlos López Beltrán] de La generación del cordero. Antología de la poesía actual de las islas británicas explicó que tiene tres modos de escritura, una es visual, otra descriptiva y la tercera es de distintas voces de personajes que hablan.
"Lo que me interesa en el poema es emplear las tres, lo cual es difícil", destacó. La poesía toca aspectos que ningún otro lenguaje humano alcanza. "Si no tenemos acceso y conocimiento de poemas somos muy limitados intelectualmente", destacó.
Pedro Serrano, afirmó que el poeta debe tener la capacidad de hacer que sus vivencias puedan convertirse en lenguaje y, al momento de transmitir su trabajo, el lector sienta que esas palabras son suyas.
Como poeta, apuntó, esta beca significa que hay un espacio público y además internacional donde se reconoce mi labor creativa y, en ese sentido, me siento halagado.

www.reforma.com, 6 de julio de 2007

“EL EDITOR INDEPENDIENTE TIENE EL DEBER DE FORMAR LECTORES”. [ROCÍO CERÓN, DIRECTORA DE EL BILLAR DE LUCRECIA]
FERNANDO CAMACHO SERVIN

Como escritor, “no tiene sentido esperar años enteros para ver si las grandes editoriales te hacen caso algún día.
“Vale más organizarse, crear un sello propio y difundir la poesía, el cuento o la novela en ‘operación hormiga’, creando redes literarias de solidaridad para hacer escuchar tu voz.”
A tal conclusión llega la poeta mexicana Rocío Cerón (DF, 1972), directora de la editorial independiente El Billar de Lucrecia (EBL), especializada en poesía contemporánea en español, que este jueves 19 de julio festejará sus primeros dos años de actividad.
Surgida en diciembre de 2004, EBL se ha conformado como un proyecto editorial con línea bien definida que, merced a su trabajo previo, logró recientemente el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, con el cual podrá lanzar al mercado cuatro libros más este año, para sumar 15.

Visita a escuelas
Aunque ya ha alcanzado cierta estabilidad en el tema de la producción e inclusive en el de la distribución, uno de los más espinosos para quienes se dedican a este negocio, por su experiencia como autora Cerón tiene claro que “el editor que crea que sólo con publicar ya cumplió, está en un gran error. El trabajo de las editoriales independientes debe ser formar lectores”, explica a La Jornada, al hacer una evaluación de su trabajo.
En ese proceso, EBL ha visitado escuelas secundarias y de educación superior para promover no sólo sus volúmenes, sino el gusto por la poesía en general entre los jóvenes estudiantes.
“Hay chavos que están en condiciones económicas difíciles y aun así se acercan a la literatura, porque encuentran vínculos con otras personas, con otras partes del mundo.
“No es suficiente con tener medianamente cubiertas algunas necesidades básicas; hace falta nutrirse de la imaginación y el arte”, apunta.
A este sector, uno de los más “ávidos y receptivos”, es a quienes debieran dirigirse los creadores, porque “a veces somos muy endogámicos: queremos que nos lean los tres ‘poetas mayores’, nuestros amigos, en vez de abonar la tierra fértil de los jóvenes.”
Para Rocío Cerón, las editoriales independientes no son sólo una alternativa más, sino la fuerza que marca el rumbo actual de la poesía en español, en ambos lados del Atlántico.

La estrategia del camelleo
La estrategia de supervivencia y crecimiento de los pequeños sellos consiste en el camelleo: si voy a otro país o ciudad, me llevo algunos libros –míos y de otras editoriales–, y los distribuyo en una especie de red guerrillera, “que a veces tiene más incidencia que las grandes empresas”, indica la poeta.
Poner blogs, pasarse contactos, ayudarse mutuamente. De esta forma, EBL ha logrado colocar sus volúmenes en ciudades como Lima, Santiago, Buenos Aires, Berlín y Madrid.
“Para hacer visible nuestro trabajo, debemos dialogar más y superar la mezquindad de jalar cada quien para su lado.”
Uno de los motivos por los cuales la poesía no se ha difundido lo suficiente, evalúa, es la falta de curiosidad de las instituciones culturales, que no incluyen en los estantes de las bibliotecas más que a Pablo Neruda, Jaime Sabines y Octavio Paz.
“Es necesario que haya apertura de miras y se entienda que las obras contemporáneas pueden hacer que los lectores se acerquen después a los clásicos.”

Un juego que tiene final
En pleno trabajo de difusión de sus más recientes libros, entre ellos Bala perdida, de la española Montserrat Alvarez; Transversal, del chileno Pedro Montealegre, y Horoskope, del peruano Juan Carlos Irigoyen (a los que se sumarán después sendas antologías de poesía contemporánea brasileña, colombiana y mexicana), Rocío Cerón sabe que este proyecto se acabará al cumplir el objetivo de lanzar 15 volúmenes.
“Queríamos hacer la Polaroid de una generación de poetas. El Billar de Lucrecia nació como un juego, y todo juego tiene su final. No quiero una editorial eterna ni atarme a proyectos de toda la vida. Al respecto, esta es una editorial muy zen: vive aquí y ahora.”

La Jornada, 17 de julio de 2007

BOCETO DE INGMAR BERGMAN
[1918-2007]
ADRIÁN DESIDERATO

BERGMAN DECÍA
sé como levantarme en las mañanas
cómo lavarme el rostro
cómo vestirme para salir al día
sé cómo cepillarme los dientes
cómo peinarme
cómo tomar café
sé cómo dirigir a mis actores
cómo marcar una secuencia
encuadrar una toma
pero no sé qué hacer con Dios
Bergman decía
no sé dónde guardarlo
no cabe en mis almuerzos
en ningún sitio cabe
decía Bergman
me duele la cabeza
decía
entonces la miraba a Liv Ullmann
y filmaba el infierno

____________________________________________
Comité editorial
luis alberto alfaro (costa rica)/ cruz benítez/ fabienne bradu/ sergio cárdenas/ luis cortés bargalló/ miguel jorge castillo/ evodio escalante/ julio césar félix/ alfredo giles-díaz/ jesús gómez morán/ armando gonzález torres/ ricardo hernández echávarri (eu)/ saúl ibargoyen/ josé kozer (eu)/ eduardo langagne/ hernán lavín cerda/ lucía de luna/ floriano martins (brasil)/ josé manuel mateo/ santiago montobbio (españa)/ angelina muñiz-huberman/ jorge ortega (españa)/ armando oviedo/ george reyes (ecuador)/ manuel silva acevedo (chile)/ felipe vázquez/ óscar wong/ elsa zeferino/ editor web: ignacio simal (españa)/ coordinador: leopoldo cervantes-ortiz



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