lunes, 19 de febrero de 2007

108: 10 poemas de Patricia Gutiérrez-Otero

eps 108
15 de febrero de 2007

atisbos

NOTAS SOBRE LA BELLEZA, EL ARTE Y EL CINE
Patricia Gutiérrez-Otero

I.
Un día, por los años ochenta, uno de nuestros miembros del consejo de redacción [de Ixtus], Georges Voet, buscó al gran teólogo católico Hans Urs von Balthasar en su casa de Suiza. Georges quería pedirle un discernimiento sobre su misión en la vida: la filosofía o el cine. Von Balthasar lo acogió y lo introdujo en su estudio tapizado de libros. En seguida le confesó que él nunca había visto una película. No había tenido tiempo de hacerlo. Su vida había estado dedicada al estudio, la lectura, la escritura, la traducción... No había tenido tiempo para el cine, no podía ayudarle a discernir. Despidió a Georges con un gran abrazo en la puerta de su casa. Antes de despedirse, von Balthasar dijo que de la televisión tenía una opinión: “era diabólica”. El diablo, recordemos, es aquel que divide. No explicó más. No era necesario. Para mí tampoco es necesaria la explicación. Mi intuición para comprenderlo me basta.

II. En teología, von Balthasar reivindicó a la Belleza como trascendental después que ésta había sido opacada por sus hermanas: la Bondad y la Verdad. La Belleza es también lugar de visitación de Dios. Por ende, el arte, dedicado a buscar y plasmar lo bello en un sentido muy amplio, también muestra lo divino. Sin embargo, a pesar de su gran apertura a la experiencia estética, el teólogo suizo era, como diría Giovanni Sartori, un homo sapiens por excelencia. Para von Balthasar, como para cualquier intelectual, la razón discursiva, la capacidad de abstracción, de análisis, de síntesis es importante para decir que la belleza y el arte son lugar de la visitación de lo inefable. Para alcanzar esta capacidad intelectual nos es necesario, afirma Sartori, pasar por la articulación de la palabra, por la lectura y la escritura. Recordemos, sin embargo, que von Balthasar consideró que su mayor aportación al mundo no era su propia obra teológica, sino el dictado que tomaba de las revelaciones personales de Dios a la mística Adrienne von Speyr y sus propias traducciones a su lengua natal, el alemán, de poetas y novelistas como Paul Claudel, Charles Péguy, Georges Bernanos... El valor que el teólogo suizo le da a una forma de conocimiento más alta que el lenguaje puramente conceptual, nos recuerda la hermosa anécdota sobre Santo Tomás de Aquino: después de una gran experiencia mística en la que le fue dado contemplar someramente la gloria de Dios, exclamó: “Todo lo que he escrito es paja”. Gracias a Dios no quemaron esa paja, lo que nos hubiera privado de joyas como la Summa Theologica; sin embargo, desde ese momento hasta su cercana muerte, Tomás dejó de escribir. La experiencia de Dios que había tenido rendía vanas sus palabras.
Así como el arte es una forma de develamiento de lo real más ligada con el aspecto intuitivo de lo real más ligada con el aspecto intuitivo de la inteligencia que con su aspecto discursivo, así también el arte es muchas veces sobrepasado por el develamiento indecible de la unión con Dios. Esto se expresa a través de las palabras que se usan para hablar de la última aspiración humana: el deseo de la visión de Dios o el deseo de la unión amorosa con Dios. Aunque, como he dicho, la unión con Dios es más alta que su visión, el sentido de la vista nos permite mantener la distancia necesaria para no caer en una fusión oceánica con Dios, peligro que siempre corre el místico. El sentido de la vista, el mismo Tomás lo dijo, es el más intelectual de los sentidos humanos. Ver es de cierta manera mantenerse a distancia. Quizás esto es la salvaguarda final de nuestra propia identidad en relación con la divina. En teología, el “deseo de la visión de Dios” expresa la más alta aspiración del hombre; en el lenguaje místico, esta aspiración se expresa mediante el deseo de la unión con Dios. Mantener las dos expresiones es indispensable.

III. El cinematógrafo, última de las grandes artes de Occidente, puede tener una capacidad “diabólica” de separación del hombre de sí mismo y de los otros como la televisión o puede ser un verdadero arte. Su lenguaje es complejo: imagen en movimiento, montaje, sonidos, palabras humanas, discursos, silencios... Lo importante es lo que se hace con todos estos recursos. Los grandes artistas utilizan todos estos elementos como medios expresivos para tratar de decir algo que no podrían decir de otra manera. El uso tan personal de estos recursos permite que alguien, como el cineasta francés Rohmer, pueda dedicar más de diez minutos a elaboradas discusiones filosóficas que tienen lugar entre sus personajes. Todo se vale para plasmar algo que sólo el artista puede decir, en particular cuando trata de modelar algo que pertenece al universo de lo divino o de lo intensamente humano. Empero, así como el director de cine que es artista usa sus medios para expresarse, así el verdadero lector de cine ve y vuelve a ver las películas de estos autores para encontrar lo que quisieron decir o lo que se dijo a través de ellos; algo similar a como se lee poesía. No basta ver El espejo de Andrei Tarkovski una sola vez para saber qué quiso decir el autor, aunque es también cierto que ver esta película una sola vez causa una impresión en el espectador abierto al encuentro con el arte que difícilmente lo deja indiferente. Una manera distinta de ver al mundo, una develación, se coló a través de todas aquellas en que un director supo manejar sus recursos de manera tal que no sólo hizo cine, sino, sobre todo, arte.

www.mercaba.org/ARTICULOS/N/notas_sobre_la_belleza.htm

testimonios

TODO ES TEMPESTAD, TODO GRITO,
no lluvia incesante y lastimera;
todo, potente fuego imperioso
que arde, consume y no quema
y arrebata al alma y la deja inerme.

Todo es pasión de una ausencia encendida
en el centro del ser donde no hay nada,
sólo vacío, hueco, abismo,
oquedad que exige ser llenada
y ansiosa
solamente
espera.

***

De lo exterior a lo interior,
de lo interior a lo superior.
SAN AGUSTÍN DE HIPONA


RASTREO TU PERFUME SOBRE LA PIEL DE LAS cosas,
sobre la hoja del laurel y el canto del ave,
en los estambres diminutos del clavel
y los fastuosos pétalos de la rosa.

Te sigo y te adivino en los minutos que me esculpen.

La noche, confidente, me habla de ti
y el pozo obscuro tras mis ojos cerrados
en el que penetro tras recorrer las pieles,
puertas privilegiadas del jardín y el castillo.

En mí te intuyo,
en mí te escucho,
en mí te pierdo al extender la mano.

El gran viento me cubre y me rapta al borde del llanto,
por tenerte tan cerca, por saberte tan lejos,
porque el océano no cabe en el cuenco de mis manos
ni la noche completa en la luna de mis ojos,
porque mis costuras se desgarran y ni así te contengo.

***

EN UN CRISTAL DE ARENA
donde se adivina la noche
escucho al viento que gira.

El espejo reconoce tu imagen inasible
hecha de verdes y sombras
en esta tarde
detenida

ES OSCURA LA NOCHE;
cómo calla el viento;
los pájaros escuchan,
esperan;
los árboles respiran inaudibles.

Es oscura la noche;
la madrugada demora,
teme rasgar el himen, negro.

CRISÁLIDA

ESCAPAR A TIERRA DE NADIE,
al lugar del cacto, de la arena,
del reptil, de la piedra.

Enterrar la palabra en el centro,
que se nutra de rocas, de mutismo,
del vago rumor del fuego interno;
que calle y escuche y se llene
de vacío rotundo, redondo,
de ausencia;
que adelgace y se vuelva sutil, diáfana,
pulida por los granos de arena, por el viento,
que la absorba la sequía que purifica los corazones más recios.

Que se quede oculta
en un pozo austero
hasta que le broten alas
y dance desnuda frente al Fuego
y se vuelva ígneo silencio.

LOS GRILLOS

Y ahora,
¿qué sucederá sin los bárbaros?
Esos hombres al menos ofrecían una solución
CONSTANTINO CAVAFIS

AGUDOS, RASGAN EL SILENCIO,
aún existe la noche, dicen,
los bárbaros no han fallecido,
viven allende la frontera;
si ellos aúllan, aquí tiembla,
si cantan, el mar se enfurece.

Tras los muros, bombillas tenues,
sordo ronroneo del gato,
los anaqueles y sus latas,
el tapiz recién fumigado,
la radio eterna y encendida;
pilas de libros no leídos,
de cartas nunca redactadas,
de versos jamás terminados
--los mosquitos surcan el aire--;
detrás de los muros, en la casa,
las medias cuelgan de los grifos
y las duchas con agua fría
caen sobre mi cuerpo febril.

El canto monótono agudo
proclama alto que los fieros,
los bárbaros, pueden venir.

***

NADA SE TRANSFIGURA EN ESTE OCASO,
no hay vuelo de aves ni canto de niños ni luz sobre las hojas;
sólo el ruido de un motor.

Hoy es triste la noche.

A lo lejos brillan los sueños que surcaron el océano;
brillan y aún prometen un paraíso que triunfaría del asfalto,
que se elevaría para cubrir las centrales nucleares,
y proteger al hombre, a la mujer, al niño, a la bestia, a la caña, al maíz
de carreteras que atraviesan el desierto y la floresta.
Brillan, cómo brillan, pero no se transfigura, hoy, la oscuridad.

Dios, sentado en su trono y sus ardientes súbditos
observan a Babel y su torre de sueños:
ven las alas de Ícaro, el fuego de Prometeo, el vuelo del tren rápido Roma-París,
los cibernautas y sus juegos, y un Arca que naufraga en un lugar de la Tierra.

Dios, invisible, observa la noche del hombre y ve brillar sus sueños.

***

SOSTÉN EL ÁRBOL DE CRISTAL,
que no caiga, que no se rompa.

Es de noche y hay un abismo
que nada ni nadie sostiene.

Y Dios se ha ido, se ha ocultado;
su nombre, una campana muda,
su presencia, fértil ausencia.

Cae el telón de vidrio oscuro;
ay, es de noche, los murciélagos
rasgan el rostro de la luna.

Tiemblan las hojas de cristal
y ya no bajan las princesas,
ya no suben en las barcazas,
ya no bailan en zapatillas...

Sostén el árbol de diamantes
que aún no caiga, que no se rompa.

***

HABLARÁN DE NOSOTROS,
dirán que nos soñaron.

Seremos una Atlántida,
un Adán y una Eva en su deseo extraviados.

Hablarán de nosotros la nostalgia,
el aroma del pan,
y el vino que bebimos.

Hablarán de nosotros
y nos haremos agua
y un río que no regresa.

***

LÚDICA LIGEREZA QUE ME ASOLAS,
en un aquí y un hoy que no es un antes
mas siempre es el segundo de mi aliento.

Eres danza que nunca desmiente
el fuego que desciende del olvido,
el nombre que es un nombre ya sin nombre,
tan persistente y fino cual llovizna.

Olvido de mí, tú, ligereza,
me atrapas en cualquier rincón oscuro,
en la bañera y en su vaho de perfumes,
en los profundos sótanos aislados,
en la recámara con mi soledad vestida,
en un rayo de luz sobre la alfombra.

Olvido de mí, cruel ligereza,
no te busco y te encuentro,
no te anhelo y me sigues.

Sin elegirte, me haces tuya.

Patricia Gutiérrez-Otero nació en México, D.F. en 1958. A los 23 años, después de terminar la carrera de Ciencias de la comunicación, emigró a Europa, donde estudió en el Instituto de Estudios Teológicos de la Compañía de Jesús en Bélgica. Pasó siete años rodeada de religiosos, hombres y mujeres. De regreso a México se integró en la revista Ixtus, que dirige Javier Sicilia, y desde hace unos años ha sido la subdirectora. También participó en el taller de poesía de Sicilia. Ha publicado poemas en Siempre!, Tragaluz, Mala Vida. Además de escribir en Ixtus, publicó una columna semanal en Siempre! Ha traducido varios libros de ensayo o literatura. Actualmente tiene en puerta la publicación, por Aldus, de la traducción de un poema de Paul Claudel: La cantata a tres voces.

zonas

FALLECIÓ JUAN MARTÍNEZ, HÉROE DE LA CONTRACULTURA
ALBERTO BLANCO

El 18 de enero de 2007, Juan Martínez poeta, artista, ser humano excepcional dejó de existir. O tal vez sería mejor decir como creo que a él le habría gustado dejó de manifestarse en su forma humana en este planeta. Autor de una obra única, Martínez deja tras de sí una obra poética y gráfica de calidad extraordinaria, a la cual no se ha prestado la atención debida.
Estoy convencido de que, con el tiempo, su Angel de fuego por citar un ejemplo habrá de ser considerado una de las grandes obras de la poesía mexicana del siglo XX.
Tuve la suerte de conocer a Juan Martínez en las calles de Tijuana, a mediados de los años 70. Su fama subterránea, su verdadera leyenda contracultural ya habían generado en mí el deseo de encontrarme con él. Puedo afirmar sin dudar un momento que el encuentro no sólo no se quedó a la zaga de mis expectativas, sino que las superó con creces. La relación que comenzó entonces me llevó a vivir una serie de experiencias punto menos que increíbles a lo largo de las tres décadas que duró nuestra amistad.
Cuando lo conocí, Juan llevaba años viviendo en las calles de Tijuana. Se dice fácil. Para cualquiera que conozca Tijuana, esta sola aseveración debe generar escalofríos. Vivir en las calles de Tijuana sin manejar dinero, ¿cómo es posible? Juan se pasaba días recorriendo las calles, los talleres, las playas le fascinaba nadar interminables horas en las heladas aguas del Pacífico y las noches en los cafés que pespunteaban la avenida Revolución.
En uno de esos cafés, una noche memorable, nos dictó a un grupo de amigos su incomparable Angel de fuego. No sé cuánto tiempo lo había traído en su memoria, pero decidió esa noche compartirlo con nosotros. Al poco tiempo, a raíz de la finalización del ciclo de la revista El Zaguán, decidimos que publicaríamos Angel de fuego con el dinero que había quedado en caja y que no se utilizó para editar el número ocho.

Recopilación de la obra
Así lo hicimos, en un tiraje muy limitado de 500 ejemplares. Cada uno llevaba en el frontispicio una pequeña reproducción de una tabla pintada por Juan Martínez, que milagrosamente se había salvado de la destrucción que con inexplicable saña persiguió su trabajo toda su vida. Cuando no fue la incuria, el desconocimiento o el descuido de quienes le conocían y rodeaban incluidos sus benefectores, fue él mismo quien lamentablemente se encargó de destruir parte de su obra.
Recuerdo una serie maravillosa de dibujos hechos en trozos de lija recogidos en los talleres mecánicos de Tijuana, donde Juan había hecho brotar con su arte único unos paisajes maravillosos, frotando la superficie de las lijas llenas de manchas sugerentes con guijarros recogidos en la playa. Una serie de verdaderas mezzotintas silvestres. Por desgracia, esa serie de lijas se perdió.
Lo mismo sucedió con una serie de "naves espaciales" que Juan construyó con papel de aluminio, estaño, envolturas de cigarros y chocolates que recogía de la calle, y que con gran fuerza consolidaba con sus manos hasta darles la forma justa. Todas se perdieron. Asimismo, ignoro qué es lo que habrá sido de aquella "rama dorada" que Juan construyó pacientemente, forrando con papel dorado hoja por hoja una enorme rama desgajada de un árbol cercano. Una obra digna de coronar cualquiera de las grandes bienales. Por desgracia, muchas obras de Juan volvieron por decirlo así al olvido del que fueron rescatadas. Y es que hay que subrayar que todo su trabajo gráfico, pictórico y visual fue hecho con puro material de desperdicio.
Mención aparte merecen sus extraordinarias "galaxias": una serie de trabajos de tinta hecho en servilletas de papel, donde logró conjurar, merced a interminables horas de trabajo en los cafés, verdaderas visiones cosmológicas cifradas en un material tan perecedero. Por fortuna logramos rescatar muchas de esas piezas. Unas cuantas pudieron ser valoradas por los lectores de la revista Memoranda, que hace años editaba el poeta Sergio Mondragón en el ISSSTE, en un número especial dedicado a Juan, en el que colaboramos muchos amigos.
No era la primera vez que Mondragón dedicaba espacio al trabajo de Juan Martínez. Ni era Sergio Mondragón el primero en darse cuenta de la altura de ese trabajo. El primero en publicar un cuadernillo con sus poemas fue, nada más ni nada menos, que Juan José Arreola, y probablemente la primera artista de renombre en reconocer su trabajo visual fue Leonora Carrington.

Indiferencia criminal
En la década de los 70 las páginas de El Corno Emplumado dieron cabida a los poemas de Juan que, tal y como sucedió siempre, pasaron criminalmente inadvertidos. Lo mismo pasó con Angel de fuego, y años más tarde con la reunión de toda su poesía al menos toda la poesía conocida hasta entonces, que bajo el título de En el valle sagrado publicó la UAM en los años 80.
El mismo grupo de amigos que incluía a Sergio Mondragón, Luis Cortés Bargalló, Alfonso René Gutiérrez, Víctor Soto, Tomás Calvillo, Eugenio Metaca y Javier Sicilia, entre otros nos dimos a la tarea de rastrear los poemas publicados y escritos por Juan para verlos reunidos en un solo volumen.
El libro, excepcional en la calidad de sus visiones, pasó habrá que decirlo una vez más rodeado del más absoluto silencio. Sin embargo, creo que el silencio que rodeó a Juan Martínez y a su magnífica obra en toda su vida no lo acompañará eternamente. Tarde o temprano nuevas y más sensibles generaciones se darán cuenta de la magnitud de la obra de un artista total, que forjó al margen de la vida pública y las instituciones culturales una leyenda singular en el México contemporáneo. Larga vida al incomparable Angel de fuego.

La Jornada,México, 20 de enero de 2007


ÁNGEL DE FUEGO
Canto II

El vacío cimbrándose al compás de ritmos primigenios
las percusiones filtrándose por los tímpanos
invadiendo tus ojos de un fuego fatuo
transitorio, brillante como el contrapunto del
fagot
el hormiguero acuciante con la ira de la sangre por dentro,
pálidos fantasmas surcando los rostros
en el relumbre de sus crímenes
inéditos aún en su conciencia vegetal
vírgenes fallidas en el descanso de su demencia
más grávida por la sorpresa del alba
disolviéndose en distorsiones con el humo,
en la materia grisácea voces recordando su sexo como idea erótica
implícita masturbación al libre arbitrio;
Pitecanthropus, ha sido allanada tu caverna por farsantes
ellos nada tienen que ver contigo, y sin embargo te imitan,
tú eras puro en tu apariencia bestial
estos son bestialmente impuros en su apariencia
evolucionada; no intentes el retorno, permanece adherido a tu isla
como tus muslos a las altas botas con piel de cabra
como tu corazón al silbo de los gamos
como locura apasionada en la cordura de un interior deleite
recordando el estragón o la cereza
como la tarde primera de tu resurrección al mundo de los vivos

***

PREMIO DE POESÍA AGUASCALIENTES 2007 PARA MARIO BOJÓRQUEZ

Mario Bojórquez se hace acreedor al Premio de Poesía Aguascalientes 2007 por su poemario El deseo postergado, un libro donde a través del verso libre que se ciñe a las bases de las estructuras clásicas se conjuntan imágenes mortuorias, paisajes naturales y sentimientos de desamor, alejamiento y nostalgia.
El Premio de Poesía Aguascalientes, auspiciado por el Gobierno del Estado de Aguascalientes, a través del Instituto de Cultura de Aguascalientes, el Patronato de la Feria de San Marcos y el Instituto Nacional de Bellas Artes, es el reconocimiento más importante a nivel nacional en este género literario.
El monto del premio asciende a 250 mil pesos en efectivo. Asimismo, el ganador se hace acreedor a un diploma y la publicación de la obra bajo el sello editorial de Joaquín Mortiz. El premio se entrega cada año en ceremonia especial en la ciudad de Aguascalientes, Aguascalientes en el marco de la Feria de San Marcos.
Entre los ganadores anteriores de este reconocimiento se pueden mencionar a Juan Bañuelos, José Emilio Pacheco, Eduardo Lizalde, Hugo Gutiérrez Vega, Coral Bracho Francisco Hernández, Myriam Moscona, Jorge Esquinca, Eduardo Milán, Malva Flores, Héctor Carreto y María Baranda. A más de 30 años de distancia de su primera emisión, el Premio de Poesía Aguascalientes es indudablemente el premio de poesía con mayor tradición en el país.
Este año, el jurado, compuesto por Dana Gelinas, Eduardo Langagne y Víctor Sandoval entregó el Premio de Poesía Aguascalientes al libro El deseo postergado, firmado con el seudónimo “Cantado para nadie”. El jurado consigna en el acta: “Se trata de una obra contundente y expresiva cuya temática se sostiene con oficio y originalidad. Es convincente en su planteamiento y desarrollos poéticos, y muestra un conocimiento y domino de la tradición del verso”.

Sobre El deseo postergado
El seudónimo que Mario Bojórquez eligió para su libro El deseo postergado, es el de “Cantado para nadie”, título de aquel libro del poeta queretano Francisco Cervantes, autor poco difundido y mal leído, que realizó versos donde exponía agrias lamentaciones contemporáneas; que además realizó las más eruditas traducciones de Fernando Pessoa y de otros poetas portugueses y brasileños; él mismo escribió en galaico y galaico-portugués y tomó su inspiración de los versos y estructuras clásicas.
En esa tradición de lamentaciones es donde se inscribe este poemario de Mario Bojórquez. El deseo postergado inicia con un poema lapidario al que le sigue un epígrafe del propio Francisco Cervantes.
A continuación, el poeta toma los elementos naturales (hendidura de la tierra, fruto amargo, hoja espiritual) que convergen con reflexiones poéticas sobre la muerte ― Quede aquí por lo pronto / el canto de alguien que no supo / vivir como deseaba―, y el alejamiento físico y espiritual ― Pero en el ir también / quedaron los deseos / plantados a orillas del camino / arboleda de natas / para tu pie ligero.
Al mismo tiempo, el verso libre de Mario Bojórquez, que tiene su antecedente en un conocimiento profundo de las formas, crea imágenes poéticas que recuerdan la poesía más desgarradora de Eduardo Lizalde, que se coloca al borde del abismo para observar lo que ahí se suscita: Tu mano trémula se aferrará al báculo torpe / como las hierbas huérfanas al borde del abismo.
Mario Bojórquez ofrece con este poemario una serie de versos cuyo punto en común es el olvido al que todo y todos estamos condenados.

www.literaturainba.com, 29 de enero de 2007

***

Y TAMBIÉN POETAS...

La inflación de escritores(as) de poesía, estudiada agudamente hace varios años por Gabriel Zaid, ha tenido, de algunos años para acá, una manifestación indeseada y, lamentablemente, persistente. Si uno se asoma los estantes de novedades, encontrará cómo recientemente se ha integrado al Parnaso poético mexicano, nada menos que Sergio Andrade, el famoso pergeñador de baladas y antiguo manager de Gloria Trevi. Al parecer como consecuencia de las largas horas pasadas en prisión, este pederasta irredento ha lanzado al mercado una recopilación de textos que él considera dignos de competir con lo más granado de la lírica actual.
No debe sorprender que miembros de la “farándula” tan conspicuos como Andrade se atrevan a sentirse bardos, vates o cuanta palabra antigua venga a la memoria, pues antes que él, figurones como Emmanuel, Laureano Brizuela y el mismísimo Chespirito han engalanado los estantes de las librerías con sus producciones poéticas. Bueno, en descargo de Brizuela hay que decir que no llegó a tanto, pues sus efluvios líricos únicamente circularon en una revista que no llegó más allá de los puestos de periódicos. Pero eso sí, Brizuela también redactó sus textos precisamente cuando ocupaba un lugar en el sistema carcelario mexicano debido a problemas fiscales.
Emmanuel, por su parte, podía presumir de haber pasado por un taller literario dirigido por un escritor reconocido (Tomás Mojarro), al cual asistieron también otros autores como el yucateco Sergio Esquivel. Lo malo es que no persistieron y su entusiasmo literario se quedó muy pronto en ayunas. ¡Oh, si hubieran aprendido algo más que a hilar unas cuantas frases melodramáticas! Sus fans seguramente se lo agradecerían. A propósito de esto último, hay que ver cómo sigue engañando incautos Ricardo Arjona, incapaz como es de articular siquiera un verso con rima consonante.
Pero Chespirito es quien, dentro del “medio artístico” le gana a sus compañeros poetas. Su recopilación lleva el pretenciosísimo título de Y también poemas..., pues alardea con semejante despropósito que domina magistralmente varios géneros literarios. No en balde su sobrenombre alude al gran dramaturgo inglés, quien de verdad fue un maestro del arte poético, lírico y dramático. Y si no, ahí están también las memorias del autor de Once y doce para corroborarlo...
Otra estirpe de estos poetas autonombrados es la de los políticos, adonde sobresale, sin lugar a dudas, Raúl Salinas de Gortari, quien en los efervescentes años en que cobraba puntualmente sus favores a los empresarios favoritos del régimen, publicó en una prestigiada editorial marginal, un ramillete de sus más logradas composiciones. La más famosa tal vez sea aquella referida a su oficio (lo conocían como Mr. Ten per Cent), que lo pintó de cuerpo entero, gracias a su exquisito manejo del verso:

En nuestra cristiana sociedad
la moral se da en por ciento:
es inmoral el que a uno roba entre cientos;
todos condenan, nadie dice lo siento.
Vaya cambio si ostentas algunos cientos:
pase usted, qué gusto, tome asiento.
Si a muchos robas al cien por ciento
pudiera haber algún moral resentimiento.
Puntos más, puntos menos,
lo moral es cuestión de un tanto por ciento.

(El secreto, un día. México, El Tucán de Virginia, 1990,. p. 63.)

En aquellos años, Enrique Serna escribió algunos artículos que denunciaban semejante desfachatez, algo que hizo también en relación con otros escritores del Olimpo en El miedo a los animales.
En este rubro otros dos nombres merecen citarse, otorgándoles el beneficio de la duda: Miguel González Avelar y José María Fernández Unsáin. El primero, aficionado al arte palindrómico, periódicamente publicaba algunas recopilaciones de intentos, algunos logrados en esa difícil labor de leer de izquierda a derecha y viceversa. Fernández Unsáin, por su parte, había sido una joven promesa de las letras argentinas, pero sucumbió ante las facilidades de vida que encontró en México. Como dirigente de los autores, dejó la lira abandonada y, cuando quiso volver a ella, el tiempo le pasó la factura por su infidelidad a la pasión juvenil.
Muchos políticos reconocen abiertamente que darían cualquier cosa por poseer el don de la poesía... sobre todo si ello les permite conseguir los favores amorosos de un mayor número de damas. Así se lo confesaban abiertamente al diputado Jaime Sabines, cuando descaradamente le contaban la forma en que algunas féminas reaccionaban a sus insinuaciones poéticas.
Pero no hay que suponer que únicamente personajes tan aparentemente alejados de la poesía han hecho sus pininos en el terreno de las musas. También algunos filósofos como Antonio Caso y, recientemente, don Adolfo Sánchez Vázquez. Uno se pregunta: ¿por qué no aprendieron la lección de alguien tan profunda como María Zambrano? Esta gran pensadora nunca se ostentó como poeta a pesar de la enorme profundidad con que se acercó a la realidad y misterios de la diosa blanca. Parece que es muy fácil incurrir en la falacia de que hacer poesía es muy sencillo e invadir con ello un campo que no es el propio. Sólo faltaría que Enrique Krauze publique sus poemas...
Así, la lista de aficionados a la poesía que han perpetrado intentos valientes (hay que reconocerlo) no es nada reducida. Julio Ortega, por ejemplo, criticaba los pameos y meopas de Julio Cortázar, con un argumento que no se ha aplicado a sí mismo: “son conmovedoramente malos”. José Donoso, a su vez, se curó en salud desde el título de su libro: Poemas de un novelista. José Saramago no resistió la tentación de ver publicados sus textos en un volumen descomunal, pero no ha sido el único Premio Nobel narrador metido a poeta: ahí están los casos de Faulkner y Hemingway, quienes de haberse dedicado a la poesía no habrían alcanzado mayor reconocimiento.
Pocos escritores, como García Márquez y Monsiváis, han reconocido sus limitaciones y ven de lejos la labor poética, aunque el cronista mexicano sea un antologador de gran aliento y experiencia. Juan Domingo Argüelles se refirió así al único esbozo poético de Monsiváis: “Lo más parecido a un poema que ha escrito Monsiváis es el “Informe confidencial sobre la posibilidad de un mínimo equivalente mexicano del poema Howl (El aullido) de Allen Ginsberg’, incluido en las páginas de su primer libro de crónicas, Días de guardar (1970). Pero Carlos Monsiváis no ha pretendido nunca ser un poeta, sino un gozador, un recreador y un divulgador de poemas”.
La sobreabundancia de poetas, pues, demuestra la enorme envidia que ocasionan los verdaderos creadores, los poseídos por el manejo de la palabra profunda, ese misterio que descansa esporádicamente sobre algunos afortunados. Sigue vigente, entonces, lo que, palabras más, palabras menos, escribió Octavio Paz: “todos nos hemos enamorado, pero no todos podemos un escribir un soneto como Garcilaso”.

L.C.-O.
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